Acusado de doble homicidio de Lidia Bezus y su hijo Diego Kosaczuk

“Hubo prisa de la Policía para detener a Chiluk sin tener pruebas concretas”

En 2018, Jorge Miguel Chiluk fue condenado a prisión perpetua por el TP de Oberá. La defensora oficial Teresa Gómez de Roth apeló y el STJ lo absolvió por falta de pruebas
domingo 23 de junio de 2024 | 6:05hs.
Chiluk (izquierda) y Machado recibieron perpetua en 2018. Foto: El Territorio/Archivo
Chiluk (izquierda) y Machado recibieron perpetua en 2018. Foto: El Territorio/Archivo

Tanta saña por un celular y algo de cambio, el escaso botín que se llevaron los asesinos de Lidia Bezus (69) y su hijo Diego Kosaczuk (29). Luego los investigadores hallaron miles de pesos ocultos en la vivienda, dentro de una Biblia, en una bolsita de azúcar y en un abrigo colgado de un perchero, entre otros.

Ambos fueron ultimados a tiros el 16 de julio del 2015 en su chacra de Paraje Samambaya, municipio de Los Helechos. Tiempo antes cobraron una buena suma por la venta de pinos y el dato habría llegado a oídos de los homicidas.

La investigación del hecho apuntó las sospechas sobre Jorge Miguel Chiluk -hoy de 34 años- y Sergio Elías “Tuti” Machado (34), quienes el 26 de abril de 2018 fueron condenados a prisión perpetua por el Tribunal Penal Uno de Oberá.

En su alegato previo, la defensora oficial Teresa Gómez de Roth subrayó que “hubo prisa por parte de la Policía para detenerlo a Chiluk sin pruebas concretas. En realidad, fue detenido por meros comentarios. Sabían que Chiluk tenía causas previas y fueron por él”.

La letrada opinó que su defendido fue imputado por rumores y valoró el testimonio de sus patrones, quienes indicaron que no era de faltar y que la planilla de asistencia confirmó que el día del doble homicidio fue a trabajar.

Gómez de Roth apeló la sentencia ante el Superior Tribunal de Justicia (STJ), órgano que resolvió absolver a Chiluk por falta de pruebas y ordenó su inmediata libertad.

Al mismo tiempo, ratificó la condena a Machado.

En consecuencia, el 4 de septiembre de 2020 Chiluk firmó el oficio correspondiente y abandonó las instalaciones de la Unidad Penal II de Oberá como un hombre libre.

Un crimen brutal
Bezus y Kosaczuk fueron ultimados el 16 de julio del 2015 en su chacra de Paraje Samambaya. Antes de morir, la mujer alcanzó a tomar su celular y llamó a su vecina María Zochewerke para pedir socorro, pero no pudo decir una palabra.

La vecina sólo escuchó ruidos de fondo y luego le pidió a Héctor Romaniuk, otro vecino, si podía acercarse hasta la propiedad de Bezus para ver qué pasaba.

Romaniuk fue antes del mediodía, pero los perros no lo dejaron ingresar. Regresó a las 14 y fue entonces que halló muerto a Kosaczuk.

El cadáver presentaba disparos en el rostro y tórax.

En el interior de la vivienda hallaron el cuerpo de su madre, quien también sufrió un disparo y un fuerte golpe en la cabeza.

La saña de los asesinos contrastó con el escaso botín: un celular y algo de cambio.

Luego, la Policía halló mucha plata diseminada por la casa.

Tras las primeras averiguaciones surgió que las víctimas habrían tenido un problema con un ex vecino de apellido Chiluk, ya que Kosaczuk fue testigo de dos denuncias contra él.

Otros dijeron que lo vieron conduciendo una moto roja los días previos al hecho.

La situación de Machado se complicó cuando allanaron su departamento y hallaron un revólver calibre 22 y el celular de la señora Bezus.

Testigos de oídas
En el juicio, Vanesa Machado (35) confirmó que en las horas posteriores al hecho María Elena Regalado, novia de Chiluk, le comentó que su concubino había andado merodeando la zona con otras personas, entre ellos Tuti Machado.

“Ella tenía miedo de que haya sido Chiluk porque tiempo atrás le había amenazado a Diego Kosaczuk”, subrayó la testigo.

En su alegato, la fiscal Estela Salguero consideró clave el hallazgo de pruebas en posesión de Machado y recordó que en la instrucción el padre del imputado declaró que sabía que su hijo compró un arma. “Yo le amo a mi hijo, pero no debo mentir”, indicó entonces.

En tanto, indicó que Chiluk les tenía bronca a las víctimas porque Kosaczuk declaró en su contra en dos causas anteriores. También refirió que al menos dos testigos lo vieron merodeando por la zona en los días previos al hecho.

Sobre su principal coartada, que el 16 de julio estuvo trabajando en el aserradero de los hermanos Hartel, Salguero explicó que “efectivamente figura como presente en la planilla de asistencia, pero esa semana el capataz estuvo de licencia y era quien más controlaba al personal”.

Precisamente, en el juicio declararon los hermanos Rolando y Fabio Hartel, propietarios del aserradero donde Chiluk trabajaba al momento del hecho.

Si bien en la planilla de asistencia consta que el 16 de julio del 2015 el acusado trabajó con normalidad, en la acusación se hizo hincapié en que el predio del aserradero es amplio y de difícil control del personal, por lo que el imputado podría haber salido sin que noten su ausencia.

Testimonios que fueron a favor de Chiluk

Por lo dicho por los hermanos Hartel el control interno tampoco era tan endeble y alguien tendría que haber avisado si Chiluk salió sin avisar. “Cumplía en el trabajo. Era buena persona y no faltaba”, opinó Rolando Hartel.

Y agregó: “Si está asentado es porque estuvo. Si algún empleado se retira del lugar avisa, pero si se retira y vuelve, no queda constancia”.

Además, recordó que a veces iba en moto a trabajar, pero “recuerdo que en esa época tenía alguna falla porque él andaba con una bolsita con repuestos”.

Fabio Hartel indicó que Chiluk trabajó menos de un año con ellos y que siempre fue correcto.

“Es factible que un empleado llegue tarde y se le ponga presente; pero creo que no fue el caso, porque en el lugar donde él se desempeñaba si falta un empleado no se puede trabajar. Él estaba en la machimbradora y se necesitan entre dos y tres personas para trabajar”, explicó.

“Conmigo siempre fue muy educado, por eso cuando lo acusaron del hecho me sorprendió. Nunca me pasó por la cabeza que pueda hacer algo así. Cuando la Policía lo buscó se fue sin ningún problema”, agregó.

A su turno, Ariel Acosta (42), empleado de la administración del aserradero, indicó que “salir sin permiso se complica porque se trabaja con máquinas. Pero puede pasar, aunque es difícil porque algún empleado hubiera avisado, ya que trabajan por hora y nadie quiere perder”.

En la misma línea declaró Leonardo Hartel (27), hijo del dueño del aserradero: “Difícil que alguien se ausente y no se den cuenta porque somos un grupo chico”.

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