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Adolescentes y su vínculo con la lectura

Ante las opiniones cruzadas de si los jóvenes de hoy leen más o menos, cómo leen, qué leen, una serie de referentes da cuenta de que aunque códigos y formas literarias cambiaron, el contar historias persiste
domingo 30 de junio de 2024 | 6:06hs.

Como tantas actividades humanas, leer se fue transformando y evolucionando con el correr de la historia, las costumbres, las modas, los avances tecnológicos. Lo cierto es que a través de la lectura, así sea la más básica, comprendemos el mundo de una manera interactiva con el otro. Pero ahondando más allá del simple hecho de alfabetización o de entender un letrero callejero, leer nos reúne porque a través de las letras graficamos y compartimos nuestros mundos.

Por eso, entender que venimos de la tradición oral, que aunque los libros condensaron gran parte de nuestra historia no son hoy los únicos dispositivos que albergan literatura, nos abre la jugada a salir de la dicotomía de si hoy se lee más o menos. Y en especial del foco en los más jóvenes, que por un lado se postulan como ávidos de lectura y por otro, con grandes problemas de lectocomprensión.

Es que así como hablar y caminar son dos acciones que tienen un complejo entramado cognitivo para desarrollarse, generalmente en el primer año de nuestras vidas, leer y escribir conllevan una serie de pasos, estímulos y contraestímulos que la psicopedagoga Emilia Ferreiro, especialista en alfabetización inicial, detalla minuciosamente. En definitiva lo que se concluye es que el esfuerzo cognitivo que tienen que hacer los niños es enorme, aunque vaya paso a paso. “Pero si el chico ve que el esfuerzo vale la pena, que del otro lado hay una especie de recompensa por decirlo de alguna manera, hace el esfuerzo”, entendió Laura Abián, referente de la Biblioteca Popular Posadas al definir la importancia de ‘contagiar con el ejemplo’ y de estimular qué tienen los adultos (página 4).

En esa línea recordó que el reconocido escritor José Saramago -premio Nobel de Literatura- fue criado por sus abuelos analfabetos y sin libros en su casa. Y más allá de que aprendió a leer en la escuela, lo que siempre remarcó como una de sus influencias para escribir fueron las excelentes narraciones de su abuelo “porque en realidad las letras son sólo vehículos para contar una historia”, explicó Abián.

Y además, no hay una sola forma de leer, cada persona y cada tiempo tiene su ritmo. No es lo mismo estudiar, leer las noticias o leer por placer. Incluso hay momentos en que la misma persona puede dedicarle mayor o menor tiempo a la lectura ociosa, por distintas causas. Por otro lado, se analiza el tema del acceso al libro, la cuestión de clase. Hoy comprar un libro es casi un lujo. Pero allí también están las bibliotecas populares como agentes promotores de la cultura, sosteniéndose en las crisis.

La biblioteca del barrio Sur Argentino, por ejemplo, nació para dar respuesta a esa necesidad en Posadas. “La lectura es la base para hacer posible los sueños, leer abre las puertas a nuevos mundos, a nuevos saberes, y por eso en nuestra biblioteca hacemos mucho hincapié en contar y escuchar historias”, dijeron sus impulsores, que comparten la palabra y la escucha en rondas de lectura (página 6).

Y es que según da cuenta este acotado informe y las crónicas diarias, la literatura y el arte en general buscan ser un espacio de encuentro y de diálogo.

“Tiene que ver con un legado, con una transmisión. Con decirle al niño que viene como nuevo, ‘este es mi mundo’, te muestro mi mundo. Si los papás, mamás, las abuelas, las tías todo el vínculo familiar que tiene un chico no hablan con él, no establecen un diálogo, qué le están transmitiendo”, arguyó Abián.

Y por eso, más allá del formato libro o narración oral, el contacto, forjar un vínculo es la clave. Así también lo entienden las docentes que trabajan en maratones de lecturas o buscando nuevas y atractivas herramientas para fomentar el interés por una lectura analítica, por ejemplo en diferentes escuelas de San Pedro con radios, podcast y otros (página 5).

“Con la tecnología la actividad de leer cambió y los jóvenes de esta generación leen con esos códigos, es decir con otra cabeza”, sentenció la especialista Silvina Marsimian, enfocada en remarcar que hoy los chicos leen y mucho más, aunque sea a través de las redes (página 8) y lo importante es que ahora lo hacen en conjunto, de manera comunitaria y no aislada.

En coincidencia, la referente local Mariela Stumpfs también profundizó sobre los nuevos códigos de lectura y destacó a quienes generan textos que el público celebra como Hugo Mitoire, Sebastián Borkoski, Rosita Escalada Salvo y Javier Chamorro, entre otros (página 7).

En definitiva sumergirse en el universo literario de los más chicos nos obliga a repensarnos, reencontrarnos y entender que lo esencial va más allá de las formas y los dispositivos: sigue siendo reunirnos para compartir historias.

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