Para doña Delicia, lo importante es adornar la vida y el alma

Domingo 21 de diciembre de 2014
Con una gran familia. | Doña Delicia tiene 7 hijos, 29 nietos y 8 bisnietos. | Foto: Julio Vázquez
Las máquinas gigantescas, formidables camiones y demás equipos afectados a rehacer y asfaltar la ruta provincial 8, van y vienen produciendo un ruido desmedido en el valle del Acaraguá. Inconfundible paisaje misionero: sube y baja el relieve entre capueras, yerbales y sembradíos de té.
Allá arriba, en la cima de su vida y del paisaje vive Delicia Núñez (68), típica mujer campera misionera cuidando sus pollos, los frutales y la huerta atravesándolo todo en sus 2 bastones: “porque tengo la columna y las articulaciones con serios problemas. Pero me las rebusco con una jubilación sin aportes”, dijo.
A días de la Navidad, su ranchito se ve limpio, ordenado aunque sin el cotillón de fin de año que sí reluce en otras casas del lugar. “Todo el mundo adorna su casa y su vida para estas fiestas, pero sólo para hacerle negocio. Yo entiendo pero me parece más importante adornar mi vida. Todos buscamos amor y felicidad, la radio y la televisión están llenas de esas palabras en estos días, algunos usando la fuerza y otros con cariño”, filosofó. Y mientras preparaba el mate, siguió: “Algunas veces a través del cuerpo, otros del espíritu, a veces mediante el dinero, otras de la sabiduría, todos buscamos felicidad y amor. Y qué cosas raras señor, algunos que tienen todo no tienen lo que buscan… Y otros con amor y felicidad continúan por ahí buscándolos”.
Nacida en Itacaruaré, a los 2 años su familia mudó a la colonia Burro Magro de Campo Grande, “donde crecí y me documenté; papá sembraba tabaco, yo apenas tenía 8 años cuando mis padres se separaron. Él era de Villa Unión y acá crecimos todos en medio de la pobreza y con mucho sacrificio. Dejé de ir a la escuela en primero superior para ayudar a mamá en los quehaceres de la vida para sobrevivir. Carpir, cosechar té, tarefear, sufriendo descalzos en la escarcha de inviernos bravos”.
Su historia personal seguirá con abundantes pasajes dolorosos –el abandono de su marido, las muchas enfermedades- pero de ellos supo sacar esenciales recetas. “Para apaciguar tantas angustias, tenemos que terminar con la falsedad. Día a día, hora a hora, a cada momento, en cada momento, la verdad debe prevalecer”.
Y soltó: “Yo entiendo que usted quiera saber cómo prepararé mi casita para esta Navidad. Pero le soy sincera, nada, todo seguirá como siempre. Hay que vestir el alma y el comportamiento hacia los demás, y listo. Una tiene que ser consciente de lo que es, todo va cambiando a nuestro alrededor, también va cambiando la gente, una no puede ser indiferente a eso, y hay que tener todo lo que sirve en la vida, que fortalece el espíritu y cura los desgastes físicos”.
Delicia tiene serios impedimentos físicos; aún así lucha y se apoya en sus dos bastones-muletas para limpiar la vivienda, cuidar el gallinero, las plantas que adornan, las verduras. Sonriente, soltando algunas bromas, parece desencajada de su modesta vivienda.
“Yo respeto que cada familia haga la Navidad que se le ocurra, pero veo gastos inútiles, adornos que nada significan. A medida que avanzo en edad, veo algún tiempo perdido y el valor que tiene eso. El tiempo de Navidad me acerca más a Dios, para alejar el pesimismo, la desconfianza, para alegrarme con la carita sonriente de mis nietos y bisnietos que iluminan mi ranchito de alegría y optimismo en cada visita”, señaló.
Delicia tiene 7 hijos –mejor ocho, porque Horacio es un nieto-hijo que crió de bebé-, 29 nietos y 8 bisnietos. El 17 de diciembre fue su cumpleaños. A pesar de su escasa escolaridad, abunda de recetas de vida.

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