La incursión por estos productos se da a edades cada vez más tempranas

El impacto del consumo excesivo de pornografía en la salud sexual

Las consultas por disfunciones en los encuentros sexuales tienen un trasfondo más profundo del que poco se habla. Que se cumpla con la ESI surge en debate
domingo 23 de junio de 2024 | 6:05hs.
Las páginas con contenido porno son de fácil acceso y están más al alcance.
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Una investigación presentada recientemente en un Congreso de la Asociación Argentina de Psiquiatras da cuenta del impacto en la salud sexual generado por el consumo excesivo de pornografía. Especialistas advierten que la adicción se da a edades cada vez más tempranas y que esto a largo plazo trae problemas en diferentes áreas: la biológica, la psicológica, la fisiológica y en la social.

El documento, que se denomina ‘Consumo de Pornografía, más allá de la voluntad’, pone el foco en la importancia de concientizar e incentivar a los profesionales de la salud a que conversen con sus pacientes sobre esta conducta, ya que muchas veces las personas no se animan a consultar al respecto por miedo a ser juzgados o por vergüenza. Los especialistas refieren que en general es una situación que se ve mucho más en los varones, ‘porque el varón es más visual que la mujer’.

El Territorio dialogó con el sexólogo Guido Fischer, quien además advirtió sobre la falta de educación sexual integral en las escuelas por lo que el material pornográfico, cada vez más accesible por la tecnología, resulta la única -y errónea- guía sexual de los adolescentes.

“Esto se está estudiando más y por supuesto que cada vez hay más consumo, de hecho está considerada como la tercera adicción mundial, pero es algo que no se difunde como tal. La primera adicción sigue el alcohol, la segunda el consumo de los psicofármacos y la tercera es el consumo de pornografía”, detalló.

En ese sentido explicó que este consumo genera mucho placer y el estímulo visual es superior a cualquier otra cosa, por lo que en el momento de un encuentro sexual real no pueden conseguirse los resultados esperados. Consecuentemente, estas personas que son generalmente varones, consultan a urólogos o sexólogos sobre esta disfunción que “muchas veces es provocado por el consumo de pornografía”.

“Hay chicos cada vez más jóvenes que están consumiendo pornografía cuando no tuvieron todavía, lamentablemente, el acceso a una educación sexual formal y eso les genera muchos perjuicios, mucho daño porque se agarran de la pornografía como si fuera su señorita maestra que les enseña acerca de sexualidad. Lo único que genera la pornografía es un placer en el consumo, es un material que se fabrica, se comercializa y se consume como algo de placer sexual. Nada de lo que da el material pornográfico tiene relación con la educación sexual”, remarcó el profesional.

Señaló que hay una utilización de este material como si fuera una medicación y esa población crece cada vez más sin poder controlarlo “y siente más deseo por el consumo porque el cerebro se lo pide y justamente cuando no hay consumo de pornografía empiezan a saltar algunos síntomas de la abstinencia”.

Asimismo, remarcó la necesidad de tener especial cuidado cuando los niños manipulan el celular de los adultos “porque hoy es como si fuera una costumbre pasarse videos pornográficos en los grupos. Cuando los chicos ven eso les sensibiliza a muy temprana edad, algo que puede traer problemas después en el futuro”.

Sin regulación
“No se está regulando el consumo, si vos te vas a los productos de pornografía dicen, supuestamente, que está permitido a partir de los 18 años. Mentira, todas las plataformas de pornografía son totalmente libres, gratuitas y se está generando, como bien decíamos, una adicción cada vez mayor que trae consecuencias después, porque dejar el consumo de pornografía puede costar mucho y cuando quieren entablar una relación sexual real con una persona muchas veces ese condicionamiento que le generó el porno les hace tener problemas con la pareja. A muchas parejas que van a consulta les cuesta decir que tienen una adicción”, sostuvo.

Si bien la adicción o el consumo excesivo del porno se da más en los varones, por una cuestión de placer visual, Fischer indicó que entre las mujeres es también una tendencia en aumento.

“Es muy importante empezar a difundir y hacer prevención, es un producto que se comercializa cada vez más. La gente, la población no es consciente de que el consumo de esto perjudica incluso a largo plazo. Hay una parte de la población que tiene miedo de hacer educación sexual por prejuicios, sobre todo los religiosos, muchas personas que creen va a generar un despertar sexual más temprano, y todo lo contrario, les da mucho más libertad y mucha más capacidad a cada uno de que controle su parte sexual y que la disfruten mucho más”, insistió sobre la ESI.

Depresión y fobia social, entre otras complicaciones

La investigación ‘Consumo de Pornografía, más allá de la voluntad’ alerta sobre que las actuales generaciones consumen pornografía tempranamente, notándose año tras año un descenso en las edades de inicio, sobre todo a través del uso de internet y que en muchos casos la única educación sexual que recibirán será a través de la pornografía, que -por supuesto- no es educación y que seguramente llegará de una manera fallida y confusa.

“Como sexólogos clínicos recibimos testimonios a diario sobre disfunciones sexuales y, al indagar, notamos que muchas tienen origen en adicciones al consumo pornográfico; vemos el sufrimiento de quienes la padecen, afectando su salud en todos sus órdenes: biológico, psicológico, fisiológico y social”, afirmó Lucía Báez Romano, sexóloga del Centro Argentino de Urología (CAU) y presidente de la Asociación Sexológica Argentina Doctor Juan Carlos Kusnetzoff.

Lo que impulsó a las investigadoras a desarrollar este trabajo es el impacto en la salud mental que se comprueba en la práctica clínica diaria, ocasión en que los pacientes reportan que la actividad va mutando de placentera a problemática, dependiendo del umbral adictivo de cada individuo.

“Quien consume pasa a ser consumido, porque el hábito deviene en compulsión; la salud mental pasa a estar vulnerada y sometida, se activan trastornos latentes y se desarrollan comorbilidades”, sostuvo Claudia Doddo, psicóloga clínica especializada en terapia de parejas.

“Algunas de las comorbilidades como trastorno depresivo y trastorno de fobia social llevan al aislamiento, que intensifica la práctica compulsiva, tanto del consumo de pornografía como de otras posibles adicciones concomitantes: ciberadicción, juegos en línea, ludopatía. La demanda del circuito dopaminérgico exigirá mayor frecuencia y mayor impacto visual. El alcance de las industrias de las adicciones crea un hábito difícil de desarmar”, refirió por su parte Lorena Ayala, médica sexóloga clínica.

Otra de las principales consecuencias son los obstáculos en la socialización, el grupo de pares exige pertenencia a través de las prácticas que los nuclean, ausencia de responsabilidad sexo-afectiva, ausencia de prevención de enfermedades de transmisión sexual, desconocimiento de erotismo y habilitación de la violencia, asumiendo que hay consenso.

“En lo que sería una mirada antropológica, asistimos a la destrucción de la seducción y el erotismo, rituales antropológicos que han trascendido en la humanidad para las prácticas sexuales. En el porno, el deseo se invierte en la propia subjetividad. No hay caricia, contacto, mirada ni rostro”, agregó Claudia Carissimo, psicóloga, sexóloga clínica y psicooncóloga.

El notorio impacto que ocasiona en la salud sexual se evidencia en el deterioro de las funciones de la sexualidad, viéndose comprometidas cada una de sus áreas: la biológica (escasez de encuentros sexuales coitales, aún en la búsqueda de gestación); la psicológica (disminución de la autoestima por falta de libertad volitiva); la fisiológica (monopolio del autoplacer y disfunciones sexuales asociadas al insuficiente estímulo con la pareja); y las sociales (aislamiento acentuado por la conducta compulsiva).

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