“Tener TOC es vivir a mil, tu mente te maneja y no te das cuenta”

Domingo 19 de abril de 2015
Sin descanso. | Los obreros construyeron su casa en cuatro meses, impulsados por la ansiedad de Karina. | Foto: Natalia Guerrero
Siente que no tiene tiempo. Se acelera, inquieta y apura. Son momentos en los que se ve invadida por una serie de pensamientos involuntarios. Los quiere evitar, pero no puede y comienza a temblar. El cuadro se fortalece y en su interior sólo hay angustia, dolor y desesperación. Karina Galarza (36), vecina del barrio de Villa Cabello, desde hace tres años padece el síndrome de trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
Una enfermedad que empezó a manifestarse en su vida con el sonido de voces internas. “Estaba lavando la ropa y escuché claramente que me habló mi mamá. Me quedé blanca, fría y no me salía la voz. Apenas pude llamarlo a mi marido, sólo pensaba; me voy a quedar loca”, contó.
Desde ese día, se volvió paciente del médico Oscar Krimer, psiquiatra del Hospital Doctor René Favaloro, quien después de tres consultas la diagnosticó.
En la vida de Karina, el síndrome incluye una profunda ansiedad, producto de una motivación exagerada ante actividades o tareas que deba realizar. “Es como estar corriendo. Cuando me dieron el diagnóstico, no podía estar ni cinco minutos sentada para escuchar la explicación del médico”, contó.
De acuerdo a los especialistas, el TOC es un trastorno de ansiedad ocasionado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que desatan en el paciente una sensación de desesperación y exaltación.
“Tener TOC es vivir a mil, tu mente te maneja. Es que el pensamiento forma inquietudes en tu cerebro y te incentiva hacer muchas cosas a la vez. No podés quedarte quieta y no te das cuenta, porque es algo involuntario. Tenés más movilidad que el común de las personas, porque sentís que no existe el mañana, que el mundo se termina hoy”, explicó.
Para sentir que no pierde tiempo, ella arranca su día muy temprano. “Limpio la casa, saco a caminar al perro, corto el pasto, plancho, cocino, lavo la heladera y ordeno la pieza de mis hijos. Todo eso lo hago en casi dos horas y cuando termino vuelvo a mirar si está todo en orden. Siempre falta algo”, ejemplificó sobre una de sus conductas.
Al notar los primeros síntomas, la mujer no dudó en concurrir al médico e iniciar un tratamiento estricto, debido a que la enfermedad que padece es crónica.
Cuando Karina se quedó sin trabajo, siendo ella la única fuente de ingreso de su familia, el síndrome empeoró. “Empecé a tener dolor de espalda y adormecimiento en el brazo”, dijo.
También había veces que creía oír que sus hijos la llamaban: “Les preguntaba qué querían, ellos me miraban y me decían ‘pero, mami, no te dijimos nada’. Es inexplicable lo que sentís cuando vivís algo así, porque es tu mente que te juega una mala pasada”.
Una vez supo del diagnóstico, no fue sencillo tener que atenderse por un especialista. “Me asusté cuando me dijeron que tenía que ir al psiquiatra. Después entendí que es como cualquier médico, pediatra, dermatólogo o clínico. El TOC es un problema mental que con medicamento podés tratarlo”, señaló.
Es así que, para disminuir la ansiedad, Karina consume por día una pastilla de Sertralina y media de antidepresivos. “El medicamento lo es todo. Cuando todavía no sabía que tenía TOC, me había hecho cinco electrocardiogramas, porque no podía parar de pensar que me iba a morir de un ataque al corazón. No podés frenar a tu mente y te movés de un lado para el otro”, comentó.
Además de cumplir con el tratamiento, la mujer busca un poco de paz en la naturaleza: “Me encanta mirar las estrellas, es una terapia para mí. El médico me sugirió que realice actividades para entretenerme. Entonces miro las luces del cielo. Eso me devuelve la paz”.
Y no dudó en contar que a pesar del sufrimiento, que en su momento le ocasionó la enfermedad, el TOC dejó y deja muchas enseñanzas en su vida. “Aprendí que tengo que disfrutar más de la vida, de cada momento. Aunque me cueste, esa es mi meta hoy: poder ser feliz y no dejar que mi mente desborde mi vida”, recalcó.

Vivir con TOC
El trastorno llevó a Karina a que en menos de cuatro meses construya su casa. Su ansiedad hacía que incentive al personal de construcción a terminar la obra.
“Antes de que ellos vengan, ya juntaba los materiales que iban a usar. No podía esperar a que lleguen y empiecen a trabajar. El síndrome hace que quieras todo ya, no podes esperar, te supera la inquietud”, indicó.
Algunas veces su inquietud genera en el entorno social una sensación “de que están siendo avasallados. Mi familia y amigos saben que tengo un problema, cuando me ven muy acelerada me dicen ‘fijate, Kari, como estás, tenés que tranquilizarte’. Ahí recién me doy cuenta y paro. El problema lo tenés con la gente que no te conoce, ellos ven algo distinto en vos, pero no saben qué te pasa”, lamentó.
De todas formas, el diagnóstico no resultó ser una barrera para que se capacite en salud. Una decisión que tomó luego de ser nombrada coordinadora de una de las campañas de promoción de salud pública.
Por ello comenzó a estudiar la tecnicatura de Atención Primaria de la Salud, en el Instituto Misionero de Estudios Superiores (Imes). “Quisiera poder quedar fija con el equipo de salud. Mi mamá se jubila este año y espero quedar en su lugar”, contó respecto de uno de sus sueños y bromeó con un lugar que siempre busca evitar: la fila de los cajeros automáticos.


Rutinas o rituales incontrolables Las personas con TOC sienten la necesidad de chequear las cosas una y otra vez o tienen ciertos pensamientos o realizan rutinas y rituales una y otra vez. Los pensamientos y rituales del TOC causan angustia e interfieren con la vida cotidiana.
Estos pensamientos repetidos y perturbadores del TOC se llaman obsesiones. Con el fin de intentar controlar estas obsesiones, los afectados repiten rituales o comportamientos, llamados compulsiones. Quienes tienen TOC no pueden controlar dichos pensamientos y rituales.
Ejemplos de obsesiones son el miedo a gérmenes, a ser heridos o herir a otros, y pensamientos perturbadores religiosos o sexuales. Ejemplos de compulsiones son contar o limpiar cosas, lavarse el cuerpo o partes de este repetidas veces, u ordenar las cosas de un modo en particular, cuando estas acciones no son necesarias, y verificar todo una y otra vez.
Las personas con TOC tienen estos pensamientos y llevan a cabo estos rituales por lo menos una hora la mayoría de los días y a menudo por más tiempo, señala el Instituto de Salud Mental de Estados Unidos.

Por Carolina Ozuna
interior@elterritorio.com.ar


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