Por un puñado de noches, todo un año

Domingo 11 de enero de 2015
En la casa de Lilian Perié y Marcelo Díaz todo el año es carnaval. La familia, una de las tantas que integran las comparsas de esta emblemática ciudad para los corsos misioneros, tiene en el patio el taller de soldadura en el que nacen, se reparan y se reciclan los trajes de Imperial, la mayor agrupación local.
En San Javier los corsos involucran a buena parte de la población y el sueño de que el desfile sea mejor cada vez lleva a que ni bien se apaga la última luz, se siga trabajando para pagar lo que se gastó y pensar en la próxima edición.
“Miles de veces se nos pasó por la cabeza dejar y dijimos ‘este año no hago nada’, pero siempre estamos”, afirma la mujer, una de las referentes de la comparsa que en 2014 fue segunda, detrás de Dulce Tropicana, y aspira a ser la número uno nuevamente.
Y cuenta: “Trabajamos todo el año, porque todo esto que armamos lo tenemos que desarmar, hay que lavar las plumas, teñirlas, clasificarlas. Lo primero que hacemos cuando termina el carnaval es desarmar y pagar las deudas, hasta las vacaciones de julio estamos pagando deudas nomás, todo el trabajo que hacemos es para eso, cosas de la ferretería que se compraron, carpintería. Y después comienza el armado, la gente que quiere tener con tiempo, en julio ya tiene su diseño, y también es distinto invertir dos mil o tres mil pesos en tu traje de a puchitos todos los meses que de golpe el último mes”.
Para reunir fondos realizan actividades, tales como la venta de empanadas. Ese dinero alcanza, sin embargo, sólo para algunos gastos operativos. Para el grueso de la inversión cuentan con un recurso infrecuente: un boliche bailable.
“Allá por el 2002-2003 trabajábamos a medias con el dueño de un boliche y ahí empezamos a conocer el movimiento, cuando pasó lo de Cromañón se terminó. Y hace cinco años nos ofrecieron un local que estaba sobre la avenida y antes era un casino, y nos metimos porque ya conocíamos el tema”, relató Perié.
Maluco es administrado por la comparsa y allí trabajan chicos, chicas y algunos padres.
“Lo venimos haciendo desde hace cinco años, por eso tenemos la comparsa que tenemos, el año pasado habremos invertido más de 800 mil pesos. Hay algo de premios, algo del subsidio que viene, pero el año pasado fueron 8 mil pesos, el resto todo con el boliche”.
La situación genera rivalidades con otras comparsas: “Los chicos van igual porque Maluco es el único boliche. Ellos dicen que jugamos con ventaja, pero nosotros nos arriesgamos a tener un local así. Dicen que tenemos el monopolio de la diversión en San Javier, pero por algo tenemos la comparsa que tenemos, hay trajes que sólo en materiales salen 15 mil pesos, pero también hay gente que se lo paga, nuestro destaque el año pasado gastó casi 17 mil pesos en su traje”.

Oportunidad laboral
Perié afirma que “lo que tiene el carnaval es que si querés ayudar, siempre hay una actividad. Y también se generan ingresos, es platita extra que puede entrar en las casas de las que bordan, de las que cosen. Todavía no tenemos acá ningún zapatero que haga, viene gente de Posadas. Pero la idea es que en San Javier haya gente que tenga ganas y se rebusque, porque por ejemplo un traje de la batucada están cobrando 500-600 pesos para bordar, un traje de las chicas, menos de 1500 no te cobran”.
Mientras, en el patio de los Díaz-Perié un grupo de jóvenes, encabezado por Fabián Márquez, trabajan en las estructuras metálicas de trajes y casquetes. El muchacho contó que se interesó en la propuesta, se capacitó y hoy tiene un ingreso.
“No es que trabajan ocho horas, vienen dos o tres veces por semana, se sientan y sueldan, obviamente que siempre hay un incentivo. Les damos todos los materiales, sueldan con autógena, sueldan con eléctrica y van aprendiendo un oficio, eso también está bueno, porque van a tener una salida laboral”, señala Lilian.
En la cuadra de enfrente vive el director de la comparsa Dulce Tropicana. La relación como vecinos, señalan, es cordial, “pero en el carnaval es como un partido de fútbol, nos desconocemos y cada uno quiere ganar”.
Los corsos en San Javier están arraigados. “Todos colaboran si es para el carnaval. A cualquier chico le das un balde y lo usa como tambor”, relatan los integrantes de la batucada.

Pasión
Lilian Perié responde convencida, pero sin encontrar los motivos desde la racionalidad cuando se le pregunta por qué viven el año entero pendientes del carnaval: “Lo hacemos porque nos encanta”.
“A veces nos analizamos a nosotros mismos -confiesa-, el otro día con mi hermana, que maneja la parte de infantiles, y decíamos 'qué ganas de complicarnos la vida', pero después cuando ves tu comparsa armada, incluso después de haber pasado malos ratos, ya estamos pensando qué vamos a hacer el año que viene. Planificamos nuestras vacaciones o antes del carnaval o después del carnaval, porque enero sabemos que pasamos encerrados pegando plumas”.


Una propuesta integradora En la localidad habrá cuatro noches de corsos departamentales, pero este año además estarán antecedidas por otras dos jornadas en las que las principales comparsas de la zona mostrarán sus aptitudes.
“Comenzamos el 30 y 31 con el Carnaval del Alto Uruguay, que es un proyecto nuevo, está impulsado desde Imperial, es un proyecto que presentamos a la Cámara de Diputados, fue aprobado declarado de interés provincial y la idea es que en dos jornadas participen comparsas de la zona Sur: Apóstoles, que empezó hace poco pero tiene lindas cosas, Oberá, Concepción de la Sierra, queremos invitar a Santa Ana”, contó Lilian Perié.
El objetivo es promocionar lo que se hace en el Sur misionero, el área más prolífica en cuanto a corsos, y fomentar el intercambio de experiencias para seguir mejorando.
Ya en febrero, 6, 7, 13 y 14 serán las fechas de los carnavales departamentales, con características competitivas.


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