En el Alto Uruguay hasta hay hoteles para los gallos de riña

Domingo 5 de octubre de 2014
En el Alto Uruguay, las riñas de gallos están muy arraigadas. El cariño por los emplumados llega a situaciones increíbles. En la zona de El Soberbio, San Vicente, del Alto Uruguay, en la colonia militar brasileña emplazada frente a Monteagudo hay hombres dedicados de lleno a la cría y venta de gallos de raza. O también ocupados en el cuidado de animales ajenos, una especie de “hotel de gallos de riña”, donde además de cuidarlos, los adiestran y enseñan gallos de distintos dueños.
En Aristóbulo del Valle, una familia que tiene casi a la vista su criadero destaca que la alimentación es un aspecto de especial atención para los emplumados. “Según el tamaño del gallo y la época del año, se da de beber a los animales de diez a quince tragos de agua por día, y su alimento consiste principalmente en maíz cuarentón o pisingallo blanco, hígado o corazón de vaca y cebolla picada en prudente cantidad”.
“Tanto se encariñan con ellos que los miman tanto o más que a cualquier mascota convencional”, reconoció un docente de El Soberbio que sigue de cerca estas tradiciones.
En la jerga rural, los gallos se dividen en por un lado “los de riña”, y por otro, “los de guiso”, o sea, los comunes y para consumo humano.
Los de riña llegan a costar hasta 10 mil pesos si son traídos de Brasil, donde la genética es más fuerte y resistente que en los gallos de Santiago del Estero o Tucumán.
En los negocios de veterinaria y alimento animal de los pueblos ribereños argentinos los brasileros riñeros buscan “tónicos”, que en realidad son complejos vitamínicos que fortalecen a las aves.

El entrenamiento
Un hombre muy mayor de Alicia Alta y un joven principiante de Aristóbulo del Valle coinciden plenamente en que “las formas más comunes del entrenamiento son el golpeo, ejercicios en el voladero, el manteo y el ocho".
El voladero es un galpón bien cerrado donde en una de sus esquinas hay un cajón de más o menos un metro de altura, y del otro lado, en la esquina opuesta, en el suelo, una caronilla o jergón. De allí se arroja al gallo de espaldas al rincón opuesto, y hace movimientos de las alas tratando de frenar el impulso. Al caer se afirma muy fuerte sobre sus patas. Esos movimientos fortifican los músculos de las alas y las patas.
El golpeo consiste en combates que duran entre 20 minutos y una hora, entre un gallo de riña y otro común al que se llama “gallo mártir”. A éste se le coloca piquera -una pequeña trompeta de badana- para evitar que pique.
El gallo de riña actúa con el pico libre y normalmente a ambos se les vendan las patas para evitar lesiones. Al gallo de riña se le colocan púas en sus patas.
Estos puones no se usaban –según algunos galleros muy mayores- en los primeros tiempos y se implementaron para acelerar el fin de las riñas, evitando que las peleas se hagan interminables.
Por precaución, algunos dueños despuntan las colas de sus gallos para evitar que se pisen en los retrocesos frente al contrario.
Aunque las peleas de gallos están prohibidas, tanto del lado argentino como del brasilero del río Uruguay las pelas reúnen multitudes.
No hace mucho, en Crissiumal, Río Grande do Sul, una pelea en las chacras reunión más de 1.000 riñeros, entre ellos no menos de 100 argentinos. En El Soberbio, en la zona urbana, un matrimonio joven cría más de 700 gallos, que en su mayoría son ajenos. Y cuentan que algunos de sus peleadores más cotizados llegan a tasarse en 8.000 pesos del lado brasileño.
“Pero es un tema cuidarlos, ellos son peleadores por naturaleza, ya nacen con la genética para eso, si se les suelta un ratito con gallos comunes, al momento ya están peleándolos", dijo.
El adiestramiento incluye un ejercicio llamado el ocho, por el cual se toma al gallo por la cola y se hace un 8 haciéndolo girar por delante y por detrás de las piernas del cuidador, que se para con las piernas abiertas y el cuerpo inclinado hacia adelante. A medida que el gallo se ve obligado a hacer esos movimientos, el cuidador va cambiándolo de mano. Este ejercicio acostumbra al gallo a dar con seguridad sus vueltas continuas alrededor de su adversario y se evitan los mareos.
Otra técnica muy usada se llama el manteo, ejercicio que consiste en arrojarlo al gallo hacia arriba dejándolo caer por sus propios medios. Procura vigorizar también los músculos de las alas y de las piernas.


En provincias hasta hay apoyo Pese a que la ley nacional 14.346 de crueldad animal prohíbe “realizar actos públicos o privados de riñas de animales”, hay provincias, como Tucumán y Santiago del Estero donde no se aplica y hasta son apoyadas por los gobiernos provinciales.
Es más, hasta hay temporada de riñas en Tucumán, donde el Gobierno provincial destina un presupuesto para los criadores.
La ley tucumana 6.048 “autoriza en todo el territorio de la provincia la realización de las denominadas riñas de gallos” y propone que los ingresos de los derechos de autorización y de percepción de entradas para realizar y presenciar las luchas sean destinados “a entidades de beneficencia, deportivas y reequipamiento de las escuelas dependientes del Ministerio de Educación y reequipamiento de la Policía provincial".
Según denunciaron legisladores tucumanos, el Presupuesto 2014 destina 300 mil pesos a la promoción de las riñas, pero desde la cartera de Presupuesto provincial negaron a Infojus Noticias esa denuncia mediática.
En Santiago del Estero, la ley provincial 5.574 permite las peleas desde 1986 y las regula a través de la Dirección de Deportes, que extiende los permisos y administra los ingresos generados por la recaudación.

Por Julio César Vazquez
interior@elterritorio.com.ar



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