Escena final para una semana de película 

Sábado 25 de octubre de 2014
Los ganadores de la Ficción Largometraje, Documental, Cortometraje y Cortometraje regional del Festival Internacional de Cine de las Tres Fronteras (FICTF) se conocerán hoy a las 19, cuando se realizará la ceremonia despedida en el anfiteatro Ramón Ayala.
Algunas celebridades llegaron ayer para ser parte de la gala de distinciones: Mike Amigorena, Mónica Antonópulos, Leonora Balcarce, Gustavo Martínez y Juan Minujín son algunos de los que se alojaban en los hoteles de la ciudad turística.
Los organizadores entregarán a los ganadores de cada sección la estatuilla Andrés Guacurarí, diseñada por el artista Gerónimo Rodríguez para una figura en pequeña escala, similar a la que actualmente se encuentra en la costanera posadeña.

La buena respuesta del público
Los actores Juan Palomino y Daniel Valenzuela acordaron que en el primer Festival Internacional de Cine de las Tres Fronteras (FICTF) no se seleccionaran ninguna de las obras en la que ellos son del elenco. El presidente y el productor general del FICTF, respectivamente, decidieron no “ser arte y parte”, según definió Valenzuela. El actor posadeño estrenó este año cuatro películas. Junto a Palomino protagonizan además A la deriva, del misionero Fernando Pacheco, que no estuvo en el cartel del FICTF.
“Creíamos que era una cuestión de respeto hacia los que participaban” de la programación, indicó Valenzuela.
“Lo hablamos con los directores que me dirigieron. Él también (Palomino) habló con los suyos. En otra oportunidad lo haremos. Pero en esta (edición) no quisimos”, admitió Valenzuela, sobre la ausencia de filmes donde ambos actúan.
Junto a Palomino, Valenzuela estuvo muy inquieto durante toda la semana en el predio de Prefectura Naval Argentina, el epicentro del festival hasta ayer, donde se instalaron las dos carpas de proyecciones, además de otras dos, que funcionaron como Meeting Point.
Por ser parte del elenco en más de una treintena de filmes nacionales, Valenzuela estuvo como invitado a la mayoría de los festivales argentinos de cine y esta vez decidió vestirse de productor general (organizador, dicho de otra manera) en Iguazú.
Según sostuvo, la respuesta del público en la Ciudad de las Cataratas fue positiva para este certamen. “Casi siempre la aguja que mueve un festival es la participación de la gente. Ese fue, lo voy a decir a nivel personal, mi gran miedo”, confesó.
No obstante, Valenzuela destacó que durante todos los días de funciones los espectadores colmaron la capacidad de las carpas. Tal es así que por la demanda del público durante el miércoles debieron agregar una función a la cinta paraguaya 7 Cajas. “La verdad que fue algo emocionante. La gente riéndose, emocionada. De pronto terminó la película y de pie aplaudiendo”, recordó el actor.
Después de una semana de festival latinoamericano que culmina hoy, Valenzuela considera que “dentro de la vorágine que tenemos ahora, todo el equipo, Juan (Palomino), no nos estamos dando cuenta. Pero estamos escribiendo una paginita de la historia de Iguazú y toda Misiones”.
Agregó que con Palomino “nos metimos en un baile que había que bailarlo. Tuvimos eco de parte de lo que es el Estado y escribimos esta paginita que tiene que ver. Porque yo amo el cine. Porque para mí el cine es lo más. Ver a directores amigos, actores amigos, gente que hizo el aguante, de Iguazú, participando de forma amena, con felicidad”, destacó e insistió con algo que se planteó desde el inicio del certamen: “Iguazú necesita un cine”. Valenzuela nació en Posadas y hace varios años reside en Buenos Aires. Aunque siempre deja en claro que su origen es Misiones. Admitió que tras esta experiencia de festival está “orgulloso, cansado. Pero valió la pena el esfuerzo y se entendió el mensaje cultural. Yo no vengo a hacer ningún tipo de negocio. Porque no soy organizador de festivales. Amo Misiones porque soy misionero”.
El productor general del FICTF sostuvo que el actor Pablo Echarri seguirá siendo el padrino de las siguientes ediciones del certamen misionero.
Más allá de las cuestiones optimistas, Valenzuela analizó los reveses que tuvieron en este certamen, en el cual se levantaron funciones programadas, se ausentaron dos jurados (Alex Cox y Pedro Brieger) y tres películas no fueron recibidas por la organización.
“En el cine se dice que las excusas no se filman y es verdad. Nosotros hemos pagado los derechos de piso. Fuimos aprendiendo sobre la marcha. Queremos pedir disculpas si por ahí no lo cerramos del todo y por ahí en algunas cuestiones se cometieron errores”, reconoció Valenzuela.
“Pero fueron mínimos y te juro que fue con buena intención. Porque le metimos mucho amor, mucho corazón a este festival”, dijo.

Fuera de estereotipos
Además de ser editor en el diario Correio do Povo en Porto Alegre, Marcos Santuario es crítico de cine y programador del famoso Festival de Cine de Gramado, de Rio Grando do Sul, uno de los cinco certámenes más importantes de Brasil. En el FICTF, el periodista es jurado en la competencia de Largometrajes de Ficción.
Santuario es uno de los programadores que trajo un cambio importante al festival de Guentro, que suele tener 2 mil invitados, entre actores, directores y productores. Además, 600 periodistas cubren el festival del sur, que hace un lustro mostró su lado más progresista.
“Hubo un momento en que el festival empezó a quedarse muy hermético y no produjo un diálogo entre la crítica, el público y el mercado cinematográfico”, apuntó Santuario.
“La coordinación pensó cambiar a los programadores anteriores y ponernos a tres críticos de cine brasileños”, detalló.
“ Tratamos de hacer una mirada menos hermética, que no es solamente cine autoral y hecho para el ombligo del director, sino hecho para el público, para que lo entienda, lo quiera y lo disfrute”, explicó.
Santuario, que hace tres décadas ejerce el periodismo cultural y vio una larga lista de largometrajes de todo el mundo, hace memoria y recomienda tres películas, fuera de la programación del FICTF.
La clásica El Resplandor, de Stanley Kubrick; y dos más recientes: la brasileña Aluneta do tempo, del músico devenido en director Alceu Valença; y la mendocina Un día sin clase, que tiene un relato profundamente humanista, algo que Santuario buscaba encontrar en la selección competitiva del FICTF.
“Me gusta el cine creativo, el que tiene rigor, que sabe utilizar las técnicas. Pero por sobre todo el que tiene una historia para contar y sabe hacerla bien. Porque en tiempos de la tecnología es mucho más fácil hacer películas que hace tiempo. Lo que hace más falta es tener una historia y saber contarla en el tiempo que esa historia tiene que durar, ni menos ni más”.
Según Santuario, a diferencia de otras industrias, en el cine latinoamericano persevera “una búsqueda narrativa y estética”. Esa búsqueda que existe en la cinematografía de Latinoamérica nace “incluso para huir de los estereotipos del cine mundial”.