No habría sobrevivientes en el alud que golpeó a Guatemala

Martes 6 de octubre de 2015
El rescate de los cuerpos se concentra donde hay restos de casas en Santa Catarina.
Las labores de rescate en esta población de la periferia de la capital de Guatemala, que quedó parcialmente sepultada bajo un deslave, reiniciaron ayer, pese a que las autoridades dicen que, a cinco días de ocurrida la tragedia, no hay posibilidad de encontrar más sobrevivientes.
Sergio Cabañas, coordinador de las labores de emergencia y rescate, explicó que en las primeras 72 horas se puede sobrevivir bajo un derrumbe si se tiene agua y espacio para respirar, que no es el caso. "Humanamente esperamos que así sea", dijo. 
La razón fundamental por la que los socorristas consideran que ya no hay sobrevivientes es porque las casas a las cuales tuvieron acceso, y de donde han extraído cadáveres, estaban inundadas a causa del río que colindaba con la colonia, y que se salió de su cauce.  

El alud
El jueves en la noche un deslave dejó sepultadas bajo tierra a más de 125 casas de la colonia Cambray II ubicada en el municipio de Santa Catarina Pinula, a 15 kilómetros al este del centro histórico de la capital guatemalteca.
El dato oficial al momento es de 131 cadáveres recuperados y al menos unos 300 desaparecidos.
Cabañas dice que la diferencia de esta situación con un terremoto es que en un sismo las estructuras caen y pueden dejar espacios de vida, pero con un deslizamiento es agua y tierra lo que complica las posibilidades de sobrevivencia.

Rescate
Por esta razón, la estrategia de búsqueda ha variado. En un primer momento, el rescate se hizo de mano con picos, palas y maquinaria pero con mucho cuidado. Pero conforme pasan las horas, se ha ido reduciendo la cantidad de rescatistas en el lugar.
El viernes eran miles las personas, entre rescatistas y familiares, que ayudaban a buscar sobrevivientes. Mientras que el sábado fueron 1.600 los que participaron en labores, y el domingo se redujo a 1.031.
Ayer, por su parte, se autorizó solamente a 125 rescatistas, que tenían autorización para ingresar al área del desastre, mientras 70 máquinas retroexcavadoras ya trabajaban en el lugar.