Mecha (1933-2015)

Viernes 31 de julio de 2015

Hubo una época -lo sabemos por los amenos relatos y documentadas vivencias de Mecha Villalba- en que la transición del pueblo/puerto de Posadas comenzaba su metamorfosis natural de ponderable y finita, a infinita. A la par, parajes, chacras y colonias del interior misionero sufrían ese cambio, quizá algo más lento: aún puede disfrutarse esa atmósfera en algunos sitios. En esos años, surgían los nuevos aires con sus costumbres y modas, personajes y lugares; algunos se amalgamaban con la atmósfera fundacional y otros, sin esa posibilidad, iniciaban su lento camino de extinción y olvido que resistían, fundamentalmente, en los recuerdos de los vecinos que guardaban el frondoso historial de sus infancias. Empeñada en resguardar esos tesoros intangibles (historias de vida en este suelo de los abuelos de los habitantes de hoy) Mecha se refugió en esos paisajes e imágenes, postales de otro tiempo que opacaban los nuevos, y los abordó, luminosamente, en cada una de sus notas. Con los años, el empeño la convirtió en una náufraga: su memoria era la balsa en la que protegía árboles genealógicos, datos catastrales y al laboratorio sociológico, y fue esa especie de cronista solitaria, siempre consultada, dedicada a dejar registro escrito de lo que ya se oculta debajo de los edificios, pavimentos, remodelaciones y reciclajes propios del progreso inevitable. Solía encabezar sus notas dominicales (de las más leídas, ora porque los lectores de El Territorio pertenecían a aquella estirpe salvada, ora por la curiosidad que despertaba en quienes no habían conocido la Misiones de entonces) con frases del estilo: “En la reducida población de Misiones todos se conocían”. Meritoriamente, el diario conservó su espacio por años, y el Archivo es hoy el bastión de aquellas crónicas para beneficio y estudio de las nuevas generaciones. Misiones en el recuerdo, su sección, es el fruto de una vida, literalmente, dedicada a esa misión. Visada en los dos mundos, Mecha habita desde ayer, en aquel que ya no es.

Aguara-í