Entre lágrimas y chamamé despidieron a Adelio Suárez

Jueves 23 de agosto de 2007
Entre lágrimas y chamamé despidieron ayer por la mañana los restos de Adelio Suárez, que descansan en el cementerio La Piedad de Posadas.
El popular conductor chamamesero fue escoltado por cientos de personas desde la sala velatoria Pilcomayo hasta el panteón familiar.
Familiares, amigos y grupos bailanteros estuvieron presentes para darle un último adiós a quien supo conquistar la región litoraleña. Los afectos que cosechó en su trayectoria radial y televisiva conduciendo durante 30 años “Expresión Regional” le hicieron un grato homenaje con canciones, banderas e indumentaria.
“Misionero y guaraní” y “Kilómetro 11” fueron parte del repertorio de la despedida. También hubo recitados y fuertes aplausos.
“Venimos a rendirle nuestro homenaje a este gran amigo con el que recorrimos Posadas y el interior de la provincia. Siempre fue un compañero fiel, un amigo de toda la vida”, dijo Audona García, integrante de Encuentro de los Gauchos de Garupá. También asistieron los grupos chamameseros Andresito Guacurarí, Virgen de Itatí y Fulgor Chamamesero.
Los grupos bailanteros llevaron en andas el féretro de su amigo hasta su última morada.
Adelio Suárez falleció el martes,  como consecuencia de una enfermedad terminal que se agudizó en las últimas semanas. Tenía 67 años. Además de destacarse en la música regional fue ampliamente reconocido no sólo por el público sino también por artistas de la talla del Chango Spasiuk, fue diputado provincial por el radicalismo y concejal de Posadas.
Adelio, que en su niñez fue víctima de una poliomielitis, durante toda su vida conservó una gran dosis de humor,  que se reflejaba en su sonrisa permanente, aún en los peores momentos, cuando sufrió la pérdida de un hijo en las playas de Camboriú, donde estaba de vacaciones.
El chamamesero sorteó todos los avatares que le impuso el destino y siguió adelante. Con su renombrado programa obtuvo numerosos premios nacionales, regionales e internacionales. Llevó a lo más alto el chamamé, ritmo que consideraba “nuestro, totalmente misionero”.