“Yo me salvé de milagro, justo estaba en la casa de mi novia”

Domingo 24 de mayo de 2015
Lunes 26 de mayo de 2014. Arriban a la casona de Panambí los primeros peritos de la Policía provincial.

“Va a ser el cumpleaños más triste de mi vida. No tengo nada para festejar, sólo dolor y bronca”, reconoció Carlos “Nano” Knack, quien hoy cumple 25 años, justo en la víspera de cumplirse el primer año de la masacre de Panambí, hecho que costó las vidas de sus padres y hermanos.
El cuádruple homicidio marcó un antes y un después en la tranquila localidad de Panambí, recostada sobre la orilla del río Uruguay, límite con Brasil. La brutalidad de los asesinos conmocionó a la opinión pública, ya que las víctimas fueron torturadas y quemadas vivas, incluida Bianca, la pequeña de apenas 12 años.
A partir de un llamado anónimo recepcionado en la comisaría local, a las 24 horas del hecho la investigación policial se direccionó hacia el taller del chapista Marcial Alegre (45), en San Javier. Luego fueron detenidos el ex prefecturiano Pablo Julio Paz (51) y Juan Godoy (45), residentes en la misma localidad. 

“Si esos tres están presos es por algo, la Policía encontró huellas y tienen pruebas. Pero todavía falta encontrar a los otros dos cómplices, porque antes de morir mis padres y mis hermanos dijeron que fueron cinco encapuchados que entraron a la casa. Aparte hay alguien que avisó que en la casa había plata, y ese también tiene que pagar”, opinó Nano Knack.
En diálogo con El Territorio, el único sobreviviente de la tragedia consideró que “los asesinos estaban esperando que mi hermano vuelva de Corrientes con la plata, porque enseguida que bajó del coche se metieron en la casa”.
En la mañana del 25 de mayo del año pasado Cristian Knack (25) viajó a Cuatro Bocas, Corrientes, para cobrar un lote de madera vendido a un corralón de Buenos Aires. El muchacho regresó con 300 mil pesos en efectivo, más cheques por alrededor de 160 mil pesos. Cristian viajó con su novia, sobrina del primer sospechoso que tuvo la causa a partir de dichos del propio Nano (Ver Las hipótesis).
Alrededor de las 19.30 del mismo día, minutos después de haber regresado, Cristian se sentó a comer una porción de torta que su mamá había preparado por el cumpleaños de su hermano, el día anterior al desastre.
Mientras tanto, su papá Oscar Knack (43), su mamá Graciela Mabel Mojsiuk (42) y su hermanita Bianca miraban televisión en el living. Fue entonces que los cinco encapuchados los sorprendieron ingresando por el fondo de la casa, ubicada en el kilómetro 7 de la ruta provincial 5.
“Yo me salvé de milagro, porque justo estaba en la casa de mi novia, sino tampoco estaría acá”, reconoció Nano con la voz entrecortada por el dolor del triste recuerdo.
Esa noche llovía y hacía frío. A eso de las 20, el celular de Nano sonó y era una vecina que le dijo que habían asaltado a su familia.
“Cuando llegué a mi casa no entendía nada. Vi a toda mi familia quemada, mi mamá no tenía ropa en el cuerpo y mi hermanita se revolcaba de dolor. Es una imagen que nunca me voy a olvidar. Muchas veces tengo pesadillas con esas imágenes”, reconoció.
Según Nano, su propio hermano le contó que su padre no se resistió y entregó todo el dinero que había en la casa, lo que reforzaría la hipótesis de un ajuste de cuentas por la saña demencial exhibida por los asesinos.
De todas formas, la versión de que su padre no se resistió, se contradice con otro tramo del relato del propio Nano en base a los dichos de Cristian, quien declaró que su papá luchó con los delincuentes y logró quitarle el pasamontañas a uno. En este punto entra la figura del “prefecturiano o ex prefecturiano” a quien identificó el mayor de los hermanos en su declaración ante la Policía, días antes de su deceso en el Hospital Madariaga de Posadas.

Camino al juicio
Con relación a los tres imputados, a fines de abril la Cámara de Apelaciones en lo Penal de Posadas rechazó los recursos presentados por las respectivas defensas.
Los camaristas avalaron las actuaciones de la jueza Alba Kunzmann de Gauchat, titular del Juzgado de Instrucción Uno de Oberá, quien luego de las apelaciones fue recusada y se apartó de la causa, cuyo expediente recaló en el Juzgado de Instrucción Dos, a cargo de Horacio Alarcón.
La Cámara desestimó el pedido de nulidad del llamado anónimo que el 26 de mayo del año pasado alertó a la comisaría de Panambí sobre la presunta responsabilidad en el hecho del chapista Alegre. También fue rechazado el pedio de excarcelación y se confirmó la prisión preventiva de los tres imputados.
El camarista José López confirmó la resolución del cuerpo en fallo dividido, ya que hubo que recurrir a un tercer vocal por disidencia de uno. Ahora se aguarda la elevación a juicio oral y público.

Saña demencial 
Según se pudo reconstruir a partir del testimonio de las propias víctimas agonizantes, habrían sido cinco los encapuchados que el 25 de mayo del año pasado irrumpieron en el domicilio. Se hicieron con un botín de 300 mil pesos en efectivo, golpearon y prendieron fuego al empresario maderero Knack, su esposa y los dos hijos que se encontraban en la casa.
Luego, Cristian declaró que su padre luchó con los delincuentes y logró sacarle el pasamontañas a uno de ellos, identificado como “prefecturiano o ex prefecturiano” que les compró madera.
Con relación al llamado anónimo que propició la detención de los imputados, este fue recepcionado en la comisaría local el 26 de mayo a las 18.30, cuando una voz masculina indicó: “Hola oficial, llamo para aportar datos, tome nota. En San Javier hay un tipo que se llama Marcial, tiene un taller de chapa y pintura, ahí en un trailer están las armas y la plata que robaron ayer en Panambí”. El uniformado le solicitó que se identifique y el desconocido cortó la llamada, se cita en el expediente.
El 27 de mayo la Policía allanó el taller de Alegre, pero éste se mantuvo prófugo por una semana. Esa misma mañana fue detenido Paz en el taller, quien declaró que sabiendo que estaba la Policía fue al lugar para ver qué pasaba, ya que Alegre le había solicitado que se fije porque le avisaron del allanamiento.
Minutos más tarde, en el semáforo de Roque González, también en San Javier, fue detenido Godoy circulando con su automóvil Volkswagen Bora.
El Bora de Godoy, de color gris marfil, fue objeto de exhaustivas pericias por parte de la División Criminalística de la Policía de Misiones, dando todas resultados negativos, por lo que el coche fue devuelto a la familia. 
En tanto, en sucesivas declaraciones los empleados del aserradero de Knack coincidieron al afirmar que no conocían a ninguno de los tres imputados, como tampoco los reconocieron en diferentes rondas. Los nombres del ex prefecto Paz, Godoy y Alegre no figuran en los registros de compras del aserradero.

Pruebas y dudas 
Hasta el momento las principales pruebas contra los tres imputados se circunscriben a una fracción de huella de Paz en una caja de zapatos donde Knack guardaba el dinero y al resultado de las pericias de ADN al que fue sometido un trozo de media fina que habría sido utilizado como pasamontaña por los homicidas. En el mismo género se halló en simultáneo ADN perteneciente a Paz y a Godoy.
“La llamada anónima dirigió el accionar de la Policía hacia San Javier, donde detuvieron a Paz y a Godoy sin que existiera denuncia ni investigación previa que hiciera posible incriminarlos en el hecho”, subrayaron.
El caso de Alegre es diferente, puesto que se dio a la fuga y permaneció prófugo varios días. Luego declaró que se escapó porque las armas que tenía no estaban registradas, por lo que tendrá que rendir cuentas ante la Justicia, independientemente al caso Knack.
Las armas fueron sometidas a pericias por la propia Policía y se constató que no tienen relación con ningún otro ilícito registrado.
Al respecto, allegados a los imputados reconocieron que en los últimos tiempos Paz y Godoy se distanciaron de Alegre, a quien le reprocharían que sabe más de lo que cuenta. Los tres se hallan detenidos en la Unidad Penal II de Oberá.
Incluso, mencionaron ciertas dudas en torno a un conocido de Alegre, un ex policía residente en San Javier, quien lo habría alertado de que la Policía estaba a punto de allanar su taller, lo que le dio margen para darse a la fuga.

Presiones y apremios

En diálogo con El Territorio, Pablo Paz consideró que “la Policía armó la causa en mi contra y posibilitó que los verdaderos autores queden impunes”. Acusó al ministro de Gobierno, Jorge Franco, de ser “el autor intelectual del encubrimiento de un hecho delictivo que no pudo o no quiso resolver investigando en forma legal”.
En su defensa y la de Godoy, ya que al momento del hecho ambos estaban excedidos de peso, se preguntó: “¿Parece posible que dos hombres como nosotros, de 130 kilos uno y 150 el otro, podrían haber cometido ese terrible crimen entrando y saliendo de la propiedad por arriba de las rejas? Porque así dice el expediente, que los asesinos treparon las rejas. Llamativamente, la jueza nunca fue a la escena del crimen”.
Según su versión, el 27 de mayo su amigo Alegre lo llamó diciendo que le avisaron que la Policía estaba allanando su taller en San Javier y como estaba de viaje le pidió que vaya hasta el lugar a ver qué pasaba.
Paz opinó que “todas estas circunstancias saldrán a la luz hasta en el juicio oral y público, donde inevitablemente quedarán a la vista todas las irregularidades que se verifican en la causa”.
En tanto, allegados a Paz y Godoy denunciaron que fueron objeto de presiones por parte de efectivos policiales, quienes en los primeros meses posteriores al hecho habrían intimidado a los hijos de los imputados.
“Pero lo más grave fueron las torturas que sufrieron los dos (por Paz y Godoy) estando detenidos en las seccionales de Oberá. Los sumergían en tambores con agua, les pegaban y estuvieron varios días muy lastimados. Está todo denunciado en el expediente”, subrayaron.