“Si se activaban los mecanismos, las chicas estarían vivas y el tipo preso”

Martes 17 de octubre de 2017

Cuatro años. Padres padeciendo el mismo dolor entremezclado con bronca por lo que en ese momento no se hizo y se sigue sin hacer.
Deseo de justicia, porque los femicidios de Yamila Marczewski (27) y Romina Szidloski (25) se pudieron haber evitado si las autoridades policiales y judiciales hubieran accionado de inmediato los dispositivos de protección para casos de violencia de género. Los pedidos de auxilio existieron pero las respuestas no llegaron.
Pero más allá de eso, decepción, porque el femicida Juan Benítez (31) se suicidó después de matar a sangre fría a las mujeres y hasta ahora aparece como único responsable en una causa que no siguió investigando para detectar las responsabilidades que tuvieron esas personas que no actuaron cuando la denuncia por amenaza de muerte fue hecha semanas antes.

Dolor, bronca, decepción y deseo de justicia. Son sentimientos diarios de las familias que sufren la ausencia de las chicas, pero todo se recrudece hoy debido a que se cumplen cuatro años del doble crimen cometido en la oficina céntrica de Crucero del Norte que sacudió a Misiones en plena media mañana del jueves 17 de octubre de 2013.

Impunidad permitida
Es uno de los femicidios con ribetes más atroces ocurridos en esta provincia, sobre todo porque fue planificado por un hombre violento devenido en asesino que se sintió con total impunidad como para llegar empuñando un revólver hasta la oficina donde trabajaba Yamila (su ex pareja). La había amenazado de muerte y cumplió. La mató de un balazo, pero antes también asesinó a Romina que trató de evitar el desenlace pidiéndole que se retire.  
“Nada se hizo. Ni antes ni después. Los que en ese momento debían brindarle protección a Yamila nunca respondieron pese a las reiteradas denuncias por amenazas de muerte que había hecho pocos días antes del ataque. Se sabe que la orden de detención del asesino había sido dada pero la policía nunca lo detuvo. Genera mucha bronca estar sabiendo eso. Duele”, lamentó Eduardo Szidloski, papá de Romina, en diálogo con este matutino.
Siguiendo en esa línea fue crítico asegurando que “todo quedó en nada, porque no hubo sanciones ni investigaciones para determinar las responsabilidades de los funcionarios que debieron hacer algo y lo hicieron tarde o directamente no lo hicieron. Nosotros estamos completamente seguros de que si se activaban los mecanismos las chicas estarían vivas y el tipo preso. No estaríamos hablando de esto”.
Eduardo contó que hasta el seguro de vida que poseía su hija paralizó todo mecanismo inmediato de respuesta, dilatando desde hace cuatro años una resolución. “En este tiempo todos se borraron. Nos queda la sensación de que como el asesino está muerto, está todo resuelto, pero insisto en que atrás existen responsabilidades que no fueron investigadas”, expresó.   
Fue incluso más allá, al admitir que “judicialmente hasta me ofrecieron psicólogos para atender a mi familia, que sigue sufriendo todo este horror, pero jamás apareció nadie. Mi señora es docente pero no pudo volver a trabajar. Salimos adelante por la fuerza mutua que nos damos y las muestras de cariño que recibimos de los amigos y conocidos de las chicas”.

Mañana sangrienta
La crónica policial del día posterior a esa sangrienta jornada indica que Benítez irrumpió minutos después de las 10 en el local. Mató de un balazo en el pecho a Romina, dejó gravemente herida a Yamila (murió días después) y después se suicidó con un disparo en la boca.
Todo ocurrió en cuestión de segundos, según contaron testigos que pasaban en ese momento por la vereda e incluso, los mismos policías que acudieron tras ser alertados de un supuesto asalto, pero se toparon con una realidad totalmente distinta.
Según la declaración del compañero de trabajo de las víctimas, Gastón Monge, que terminó siendo testigo directo del ataque, el femicida ingresó a la oficina y exigió hablar con Yamila, con quien había tenido dos hijos y a quienes no se podía acercar tras una conflictiva separación, marcada por la violencia.
Ella era encargada de limpieza y estaba en otro sector del local por lo que conociendo los antecedentes violentos del hombre y las amenazas de muerte que había hecho apenas días antes,  su prima Romina intentó disuadirlo para evitar que la encuentre.
Pero la intención de defenderla le costó la vida a ella, puesto que Benítez le apuntó al corazón y gatilló sin titubear. El balazo fue certero y le produjo la muerte instantánea. El cuerpo quedó tendido entre los escritorios.
Seguidamente, Benítez caminó con la pistola calibre 22 en mano hasta hallar a su ex pareja, que se quedó paralizada ante su presencia. Sin mediar palabras, le disparó dos veces directamente a la cara.
Instantes después, se encerró en el baño y se disparó en la boca, terminando con su vida.

Denuncias que no tuvieron respuestas

Una conflictiva relación unía a Yamila con Benítez, que no quería aceptar que lo dejara por haberse convertido en un sujeto violento, que la perseguía constantemente protagonizando incidentes de celos y reproches, que no tardaban en convertirse en golpes.
Se habían separado por segunda vez seis meses antes del crimen y sobre el asesino pesaba una orden judicial de exclusión del hogar y prohibición de acercarse al domicilio donde ella criaba a sus hijos.
Lo había denunciado en varias oportunidades a lo largo de tres años, pero días antes de su muerte (el 11 de octubre) amplió la última ante el Juzgado de Instrucción Uno por amenazas de muerte.
El juez Marcelo Cardozo, en ese momento, admitió que la gravedad del caso lo obligó a emitir una orden de detención que la Comisaría Quinta se negó a recibir e incluso, dijo que llamó a la dependencia y nadie fue a retirarla para llevarla a cabo. Días después ocurrió el crimen. Las acusaciones cruzadas respecto de la falta de acciones derivó en el desplazamiento de la cúpula de la Quinta, en tanto que el Superior Tribunal de Justicia (STJ) se había comprometido en investigar qué sucedió con el incumplimiento de la medida, si el oficio con el requerimiento salió del juzgado y la Policía no lo efectivizó, o si hubo algún tipo de demora burocrática en el procedimiento.