Temible guerra química

Domingo 30 de abril de 2017
Cada día nos encontramos con noticias acerca de diversos atentados, guerras o asesinatos. Se los suele percibir y normalizar como un número más. Niños, hombres y mujeres pagan por la avaricia y por las decisiones políticas de quienes los gobiernan y quienes deciden su futuro, tan incierto como escaso. Todo empeora con la utilización de las armas químicas.
Siria, es el escenario de un conflicto armado que ya viene de larga data. En el marco de la revuelta política-social denominada Primavera Árabe iniciada en el 2010, varios sectores se alzaron en armas contra sus respectivos gobiernos. Iniciada en Túnez, la población salió en contra del presidente Zine el Abidine Ben Ali. A partir de ese hecho que parecía aislado, la ciudadanía de Egipto también tomó a las calles y logró derrocar al dictador Hosni Mubarak. En Libia la historia fue similar, Muamar Gadafi, tras 42 años en el poder fue derrocado; y así, se fue expandiendo en otros países de la región. Siria, no fue ajena a la situación de convulsión política. Desde 2011, el presidente sirio Bashar al-Asad convive con la inestabilidad política y social dentro del país. Ejércitos rebeldes y grupos extremistas hicieron del conflicto una situación límite que parece no tener tregua alguna. Más de 11 millones de personas abandonaron sus hogares a causa de las disputas, convirtiéndose en uno de los movimientos migratorios más grandes de la historia. Cerca de 500.000 muertos es el saldo de una guerra que parece no acabar, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos en el país árabe. A esto se le suma, la participación directa de las potencias militares en el conflicto. Por un lado Rusia, que apoya al régimen sirio Bashar al-Asad, y por el otro lado los Estados Unidos, sobre los que se especula que habrían brindado armas a grupos rebeldes de Siria. Ambas potencias, interminables enemigos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, continúan con el pacto implícito de no agresión directa. La cuerda estira cada vez más, aguanta, no se quiebra, hasta ahora. Asimismo, el régimen de Bashar, tiene como uno de sus principales aliados a Irán, como así también al grupo chiíta Hezbollah. Apareció a principios de abril el uso de armas químicas en una guerra que desangra sin freno a la población civil del denostado país.


Mermado poder de fuego La máquina del terror del Estado Islámico (Isis), se está apagando. Varios territorios ocupados por los grupos yihadistas, volvieron a manos del Ejército sirio. Sin embargo, la aparente desaparición de Isis en el mapa del conflicto hace que surjan en el horizonte otras amenazas más preocupantes en la región. Analistas internacionales indican que esta situación podría beneficiar a Isis, ya que las fuerzas militares internacionales centrarán su atención en las barbaridades cometidas por el Ejército sirio de Bashar al-Asad, librando el camino a Isis para continuar conquistando territorios, y cumplir con el anhelo de la consolidación de un Califato.
Estados Unidos está en una encrucijada clave. Ese país estudia seguir son su apoyo a los rebeldes, lo cual significa combatir al régimen sirio y a Rusia, indirectamente. Sin embargo, pareciera olvidarse del mal cardinal, que es el Estado Islámico, que causó estragos sin precedentes tanto en Siria como en Irak en los últimos años. Allí la guerra con elementos químicos se hizo presente dejando fallecidos entre mujeres y niños.
En el otro frente, se acusó a los integrantes del Isis de resistir el avance del Ejército iraquí en Mosul con armas químicas en contra de los civiles en medio de la ofensiva en el oeste de la referida destruida ciudad.


Causales y repercusiones de un ataque infame El mundo se vio consternado tras el ataque con armas químicas el pasado 4 de abril, en donde más de cien personas murieron a causa de la utilización de gas sarín y gas cloro en la jurisdicción siria.
La prensa internacional lo catalogó como uno de los más cruentos crímenes de guerra de los últimos años.
Estados Unidos, acusó de forma directa al régimen sirio, de ser quién llevó a cabo el ataque.
Por su parte, Bashar al-Assad desmintió rotundamente la versión en una entrevista exclusiva con la agencia AFP.
“Para nosotros, es un invento al 100 por ciento”, dijo el presidente sirio, y agregó: “Nuestra impresión es que Occidente, principalmente Estados Unidos, es cómplice de los terroristas y montó toda esta historia para que sirviera de pretexto al ataque”.
Asimismo, al-Assad insistió que las fuerzas armadas sirias ya no poseen armas químicas. “Hace varios años, en 2013, renunciamos a todo nuestro arsenal”, indicó.
“Incluso si tuviéramos dichas armas, nunca las habríamos usado”, adujo.
Por otro lado, también se refirió a Estados Unidos, acusándolo de no querer buscar una solución pacífica y diplomática. En este sentido, refirió que es necesaria una investigación sobre el tema que sea imparcial.
“Vamos a trabajar (con los rusos) en pro de una investigación internacional. Solo podemos permitir una investigación si es imparcial y asegurándonos de que países imparciales participen en ella, para estar seguros de que no se use con fines políticos”, aseveró.

Nombramiento
El guatemalteco Edmond Mulet fue nombrado esta semana por la ONU como jefe de un comité que investigará el presunto ataque químico en Siria a principios de abril, informó la cancillería de este país centroamericano.
Mulet fue elegido “para presidir el Mecanismo Conjunto Investigador formado por la ONU y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (Opaq), establecido por el Consejo de Seguridad en 2015”, se indicó desde el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, designó al diplomático guatemalateco para indagar “sobre el uso de las armas químicas en Siria”.
El régimen de Bashar al Asad fue acusado de utilizar armas químicas el 4 de abril en la localidad rebelde de Jan Sheijun, en un ataque que dejó un centenar muertos, incluidos 31 niños.

Consecuencias
Tres días después, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó atacar una estratégica base aérea siria en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al Asad.
Según el Pentágono, dos destructores de la Armada norteamericana lanzaron desde el mar Mediterráneo 59 misiles Tomahawk contra el objetivo de las autoridades sirias. El Ejército de este país dijo que seis personas murieron en la referida ofensiva.
“Usando un agente nervioso mortal, al Asad ahogó la vida de hombres, mujeres y niños. Fue una muerte lenta y brutal, incluso hermosos bebés fueron cruelmente asesinados”, sostuvo el líder norteamericano.
Ese fue el primer ataque que Washington lleva a cabo contra las fuerzas del gobierno sirio desde que comenzó la guerra en ese país hace seis años. El ataque fue realizado en la provincia occidental de Homs.
Según se informó, el comando estadounidense le notificó con antelación al gobierno de Vladimir Putin que realizaría la incursión bélica. Los medios rusos afirman que nueve aviones sirios resultaron destruidos durante el bombardeo.
El Pentágono señaló que previo al ataque había informado a varios países al respecto, entre ellos Rusia, que tiene fuerzas desplegadas en el país tras haber intervenido en 2015 a favor del gobierno. Sin embargo, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, aseguró que no lo hicieron buscando autorización de Moscú.
Tillerson incluso fue más allá y aseveró que Rusia o bien fue “cómplice” o bien actuó de manera “incompetente” al no impedir que Siria, su aliado, usara armas químicas.
A su vez, el jefe de la diplomacia estadounidense señaló que el ataque fue una respuesta “proporcional” que demuestra que Donald Trump está preparado para “tomar acciones ante actos atroces”.


Inicios de un mal que es combatido por una comisión especial de la ONU El uso moderno de armas químicas comenzó con la Primera Guerra Mundial, cuando ambos bandos utilizaron gas venenoso para infligir sufrimiento atroz en el campo de batalla. Consistían en sustancias químicas comerciales introducidas en municiones habituales como granadas y proyectiles de artillería. Entre las sustancias químicas estaban el cloro, el fosgeno (un agente sofocante) y el gas mostaza (que provoca quemaduras en la piel). Los resultados fueron indiscriminados y devastadores, con más de 100.000 muertes. Desde ese enfrentamiento ecuménico, se calcula que las armas químicas ya provocaron más de un millón de muertes en todo el mundo.
En 1925 se firmó el Protocolo de Ginebra que prohibió el uso de armas químicas en la guerra. Ese instrumento jurídico implicaba una serie de lagunas significativas, como la falta de prohibición del desarrollo o el almacenamiento de armas químicas. Otro aspecto problemático fue que muchos Estados que ratificaron el Protocolo se reservaron el derecho de usar armas prohibidas contra países que no eran partes en el Protocolo o como represalia en caso de que se utilizaran armas químicas contra ellos.
Durante la Segunda Guerra Mundial se usaron gases venenosos en campos de concentración nazis y en Asia. En el período de la Guerra Fría, se observó un significativo desarrollo, fabricación y almacenamiento de armas químicas. En las décadas de 1970 y de 1980, se calcula que unos 25 Estados desarrollaron capacidades relativas a armas químicas. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se utilizaron armas químicas en escasos ejemplos, como en Iraq en la década de 1980 contra la República Islámica de Irán.
Tras doce años de negociaciones, la Conferencia de Desarme adoptó la Convención sobre las Armas Químicas en Ginebra el 3 de septiembre de 1992. Ese instrumento jurídico permite una rigurosa verificación del cumplimiento de los Estados partes. La Convención sobre las Armas Químicas quedó abierta a la firma en París el 13 de enero de 1993 y entró en vigor el 29 de abril de 1997. Fue el primer acuerdo de desarme negociado dentro de un marco multilateral que contempla la eliminación de toda una categoría de armas de destrucción en masa bajo un control internacional de aplicación universal. Se creó una Comisión Preparatoria de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (Opaq) que elabora procedimientos operativos detallados y de establecer la infraestructura necesaria para el organismo de ejecución permanente dispuesto en la Convención. En la actualidad son 189 países, los que representan el 98 por ciento de la población mundial, se adhirieron a la Convención sobre las Armas Químicas.

Por Hugo Cura
curahugo94@gmail.com