El nuevo paisaje de la San Miguel

Domingo 14 de mayo de 2017 | 16:00hs.
Las chicas del equipo fueron las primeras en darle forma a un torneo que no distingue edades.

Hace aproximadamente un año, la cancha de fútbol que está frente a la iglesia San Miguel, ubica en la esquina de las avenidas Tambor de Tacuarí y Lucas Braulio Areco de Posadas, comenzó a modificar su paisaje.

 

De a poco, las mujeres del barrio fueron copando la parada y tomaron la posta en el campo de juego, lugar en el cual cada sábado realizan su misa futbolera con un torneo de barrio que está en constante crecimiento.

 

Uno de los grandes artífices de este cambio en un lugar que siempre fue terreno de los varones es Manuel Obregón (42 años), quien tuvo la iniciativa de crear el torneo que arrancó con cinco chicas y que hoy llega a 50.

 

“De chico siempre decía que algún día iba a hacer un torneo de barrio de fútbol femenino, se lo había prometido a un grupo de amigas en la infancia. En junio del año pasado hablé con ellas y empezamos a jugar. Al principio eran sólo cinco o seis chicas”, recordó el ex maratonista.

 

El único requisito para poder jugar es tener más de 12 años. Niñas, adolescentes y señoras grandes se calzan los pantalones cortos, las medias, los botines y transpiran la camiseta cada sábado en el torneo que como premio tiene una suma de dinero en efectivo para el equipo ganador.

 

“De a poco se fueron juntando cada vez más chicas y esto fue creciendo. Nos enteramos que en Villa Cabello había un equipo armado, las invitamos a jugar y se sumaron. Ahora participan un total de cinco equipos. Son de Villa Cabello, Itaembé Miní, A4 y Yacyretá. Todos los equipos pagan una inscripción y los ganadores se llevan un monto de plata. Otro poco se saca para comprar pelotas, redes y las cosas que necesitamos para poder organizar el torneo”, comentó el creador del campeonato.

 

El clima que se vive es de camaradería entre las chicas antes de comenzar a jugar, pero dentro de la cancha pierden la calma con facilidad. “A veces las chicas son peores que los varones. Por cualquier cosa se arma el quilombo, pero enseguida se tranquilizan y sigue el partido. Las chicas ya se conocen” , contó entre risas Obregón, quien además es entrenador y preparador físico del equipo San Miguel.

 

“A mí me gusta ver a mis amigas jugando y compartiendo. Esto es para que ellas se diviertan”, destacó. Este grupo de gente no cuenta con ningún tipo de apoyo y todo lo que fueron generando lo hicieron a pulmón. “Vendimos empanadas y pastelitos para poder comprar las redes y las pelotas”, contó Obregón.

 

Para terminar, el creador del torneo pidió ayuda para poder construir unos baños, algo fundamental para las chicas que pasan gran parte del día en la cancha.