¿Te cuesta salir a hacer ejercicio? Este podría ser el motivo

Viernes 15 de septiembre de 2017 | 14:30hs.
A muchas personas, más allá de los beneficios que tiene el ejercicio para la salud, les resulta difícil moverse cotidianamente

"Mañana arranco a entrenar" o "la semana que viene empiezo a salir a correr" son dos frases que acostumbran a repetir algunas personas que quieren proponerse empezar a realizar más actividad física. Aunque en ocasiones finalmente no se terminan por concretar en realidad. Por eso, una nuevo estudio se propuso encontrar el motivo de la falta de motivación a la hora del ejercicio y lo halló en la deficiencia de dopamina, un neurotransmisor que genera sensaciones de placer y relajación.

 

La actividad física tiene numerosos beneficios, como la reducción del riesgo de padecer enfermedades graves, como la diabetes tipo 2, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares; la optimización de la salud física y mental; la regulación el metabolismo, la quema de calorías y, si se hace una dieta adecuada, también ayuda a mantener el peso. Parece una oferta convincente, y si bien muchas personas tienen en cuenta estos valiosos réditos, no son pocos los que tienen dificultades para tomar la iniciativa de hacer ejercicio.

 

El investigador Alexxai V. Kravitz, de la Subdivisión de Diabetes, Endocrinología y Obesidad del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón (NIDDK), se cuestionó particularmente por qué las personas o los animales con obesidad, tienen mayores dificultades a la hora de ejercitarse. "La creencia habitual es que son menos activos físicamente porque trasladan un mayor peso corporal, pero nuestros hallazgos sugieren que esa suposición no explica toda la historia", señaló.

 

Es que, según planteó Kravitz luego de haber concretado un trabajo exhaustivo con ratones obesos y normales, la deficiencia de dopamina podría ser clave para comprender los motivos de la falta de incentivo. Junto a su equipo se propuso evaluar la señalización de este neurotransmisor en ratones delgados y obesos, para lo que se decidió alimentar a ocho ratones con una dieta rica en grasas y a otros ocho con una dieta normal durante 18 semanas.

 

Pasados los primeros días, los que se habían alimentado a través de la dieta alta en grasa empezaron a aumentar de peso sustancialmente, en relación al otro grupo de roedores. En la cuarta semana, los ratones obesos pasaban menos tiempo moviéndose y, cuando lo hacían, sus movimientos eran progresivamente más lentos si se los comparaba con los ratones delgados.

 

Los investigadores evaluaron si estos cambios en el movimiento estaban vinculados con el aumento de peso pero lo descartaron. Pudieron corroborar, incluso, que los ratones que habían llevado a cabo una dieta alta en grasa se movían menos antes de que ganaran peso, es decir que los kilos extra no son los responsables directos de la disminución de la actividad.

 

Al final de su investigación, Kravitz ordenó para los ratones delgados una dieta alta en grasa para corroborar los resultados anteriores pero se encontró con que, más allá de que estuvieron menos activos, no ganaron peso. En resumen, se consideró que, si bien la falta de dopamina contribuye a una rutina más sedentaria en la obesidad, la inactividad es más "una consecuencia que una causa" de la obesidad.

 

En estudios futuros, el equipo se propuso examinar el vínculo entre la dieta y la dopamina, para examinar si una alimentación no saludable efectivamente afecta a la señalización del neurotransmisor. Kravitz, además, espera que los resultados ayuden a aliviar el estigma de las personas con sobrepeso. “En muchos casos, la fuerza de voluntad se invoca como una forma de modificar el comportamiento, pero si no entendemos la base física subyacente de ese comportamiento, es difícil decir que la fuerza de voluntad sola puede resolverlo”, concluyó.