“Lo que gano en una pelea lo cuido para que me aguante hasta la próxima”

Domingo 26 de marzo de 2017

La historia del boxeador misionero Juan Carlos Pedrozo comenzó como la de muchos niños que nacen en esta provincia. ‘Mano de piedra’, el apodo que se ganó gracias a su potente pegada, nació en San Pedro hace 28 años y desde pequeño comenzó a trabajar en la tarefa para ayudar a su humilde familia.
Fueron varios los años que pasó cosechando hojas de yerba mate antes de introducirse en el mundo del deporte. Comenzó practicando taekwondo y hasta llegó a ser cinturón negro, pero su verdadera pasión era el boxeo, deporte en el cual se inició en el año 2011.
Luego de una temporada con varias peleas amateurs, pasó a desempeñarse dentro del campo rentado consiguiendo muy buenos resultados, que lo llevaron a formar parte del equipo de sparrings de Lucas Matthyse.

El 23 de septiembre del año pasado, Pedrozo fue protagonista de una de las peleas más recordadas del año. El combate, que se llevó a cabo en la ciudad de Salta, lo puso cara a cara con el campeón argentino Carlos ‘Potro’ Abregú.
En un final bochornoso, Abregú, que volvía a combatir tras una inactividad de 22 meses y medio, fue sorprendido por el púgil misionero, que le propinó un duro castigo en el tercer capítulo al derribarlo en tres oportunidades y el juez marcó el final.
Tras el nocaut técnico bien decretado, un grupo de allegados a Abregú subió al cuadrilátero y uno de ellos agredió al oriundo de San Pedro, que debió contenerse para no devolver los golpes.
“Esa noche estaba solo en Salta. Me fui solo. Conseguí un chico de allá para que me ayude desde el rincón. Sabía que tenía que noquearlo antes del cuarto round y así gané la pelea. Tuve que salir custodiado por la Policía”, contó Mano de Piedra.

Entrenamiento y trabajo
Luego de ese combate, que tuvo gran repercusión a nivel nacional, Pedrozo recibió el llamado de Antonio Medina, un entrenador de Mercedes, Corrientes, que le ofreció prepararlo como un verdadero profesional.
Hace cinco meses, Juan Carlos se mudó a Mercedes y, además de contar con un equipo de profesionales que busca darle un salto de calidad en sus carreras, consiguió trabajo en la carnicería de su entrenador.
“A las 5.30 trabajo con el preparador físico. A esa hora corro y hago un trabajo aeróbico. Después llega el turno de la manopla con mi profe Antonio Medina y una vez que terminamos, nos vamos a su carnicería. Ahí me distraigo, soy su cajero y lo ayudo con las carnes. A la tarde descanso un rato y a las 19 vuelvo a realizar trabajo físico, manopla y bolsa”, detalló el sampedrino al momento de contar su rutina diaria.
“La verdad es que del boxeo profesional en Argentina no se puede vivir porque se gana muy poco. Por eso siempre la meta de cada boxeador es pelear afuera, Europa o Estados Unidos, porque allá si ganás hacés buena plata”, aseguró.
El pugilista misionero ostenta un récord de 17 peleas, de las cuales ganó doce (diez por nocaut) y perdió cinco, pero a pesar de tener una buena cantidad de combates y algunos ante rivales de peso, no llegó a juntar la plata como para estar mejor económicamente.
“Vengo de una familia humilde. Jamás tuve un apoyo y siempre la plata que gano en una pelea la cuido para que me aguante para la próxima”, explicó.
El pasado jueves 23 de febrero, Pedrozo le ganó por nocaut al campeón invicto brasileño Gilson Da Silva. Luego de esa pelea, parecía que tenía la gran chance de pelear con Fabián ‘TNT’ Maidana, pero a último momento el hermano del Chino cambió de rival.
Otro duro golpe significó para el misionero la sanción de tres meses sin poder pelear que le propinó el Tribunal de Disciplina de la FAB debido a que el oriundo de San Pedro no tenía las equivalencias en su foja de combates como para haber enfrentado a Luis Abregú.
A pesar de estas últimas adversidades, Mano de Piedra sigue firme en su idea de triunfar con el boxeo y ser campeón del mundo, mientras tanto sigue siendo un campeón de la vida.

Por Facundo Alzaga
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