Un viñedo en medio de la selva sampedrina

Sábado 28 de octubre de 2017
En Tobuna y a tres kilómetros de la zona urbanizada, se encuentran plantaciones de uvas bordo (cabernet franc) que son destinadas a la elaboración del tinto patero “Vino de Tobuna”. La iniciativa ya lleva más de 30 años y viene de una generación de familia italiana.
La elaboración del vino es llevada a cabo de manera artesanal desde la cosecha de uvas, el amasamiento, fermentación y envasado. Los conocimientos para la práctica de dicha actividad atraviesan descendencias. “Mis abuelos vinieron de Italia a Brasil dedicándose a hacer vino, mi mamá lo hacía y yo lo sigo llevando a cabo hasta el día de hoy; la primera vez fueron 10 litros para consumo propio, después deje un tiempo y comencé a plantar las uvas y ahora llego hasta 1000 litros por cosecha”, indicó Leonardo Debarba (en foto).
Entre los desafíos para dicha producción se encuentra la adaptación de las uvas a esta región del país, conseguir las maquinarias para potenciar la elaboración e ingresar a la cadena comercial. “El clima no favorece mucho pero implementé una cortina de árboles para que proteja a las plantas del viento en la zona, la uva bordo es la que mejor se adaptó, además no es vulnerable a las plagas. Tengo 400 plantas de esta variedad, traída hace 200 años por mis ancestros de Italia”, contó Debarba.
En la superficie dedicada al cultivo se encuentran tres variedades de uvas rojas y dos de blancas.
La utilización entre una y otra variedad es lo que le da el sabor y características a la bebida. A mayor grosor de la cáscara mayor oscuro será el vino. “La cáscara se va disolviendo obteniendo como resultado un vino bien tiento, las otras variedades son para vinos más finos, más claros”, explicó el productor.
El tiempo de finalización de la fabricación lleva unos seis meses como mínimo. Las uvas son recogidas manualmente, se realiza el amasamiento con los pies en un tacho de 500 litros, a eso se le agrega un porcentaje de azúcar para acelerar la fermentación; que lleva unos 30 días.
A los cinco días se retira las cáscaras y se comienza a cuidar el vino ya fermentado cambiándolo de un recipiente a otro durante seis meses.
“Lo más difícil es separar los frutas de los gajos, por eso quiero conseguir unas máquinas para facilitar esa tarea, sacar cacho por cacho es muy difícil, las uvas se cosechan durante el día para evitar que estén húmedas y por la noche se amasan pero la idea es lograr hacerlo todo con máquinas este año porque ya estoy quedando viejo y es más difícil, como así también lavar las botellas, secarlas, por lo que estoy viendo de compararlas”, mencionó Debarba.
Con la compra de elementos ya en marcha el objetivo es alcanzar mayor número de venta logrando así que la actividad más allá de ser un cable a tierra  pueda rendir frutos económicos. “Ojala pueda lograr vender más, hasta ahora han llevado hasta otros lugares y todos han aprobado, durante todos los años lo hago porque lo llevo en la sangre, hago porque me gusta y si no hago es como que no me siento bien; pero sería muy bueno mejorar en todos los sentidos”, dijo el hombre.
El vino presenta todas las características para acompañar carnes rojas y el sabor intacto de la uva se siente tanto en aroma como en sabor. “Yo no soy un tomador de vino, no me gusta tomarlo pero hace tres años que todos los días tomo medio vaso por la noche y eso mantiene mi presión normal, dejé de tomar los medicamentos que me habían recetado por el impresionante efecto del vino en la salud porque al ser puro ayuda a la circulación”, aseguró el productor que vende sus bebidas en la zona.