Marisa Vera López, candidata a Misionera del Año 2016

Sábado 3 de diciembre de 2016 | 17:00hs.
Marisa Vera López, candidata a Misionera del Año 2016

La docente Marisa Vera López enseñó 15 años en escuelas rurales en el interior de la provincia, hace dos años tomó el desafío de ponerse al frente del CEP 6, un establecimiento ubicado en el corazón del barrio Fátima de Garupá, lastimado por el avance de las drogas y la violencia.

Desde su llegada a la dirección escolar como interventora implementó un modelo de institución de puertas abiertas y comenzó junto con el plantel de educadores a fortalecer una red de trabajo interorganizaciones, de manera de sumar fuerzas en la lucha por rescatar a los jóvenes de un estado de vulnerabilidad social y emocional.

En los primeros días de su gestión contó a El Territorio, que cada mañana, cuando arribaba a la escuela, se encontraba en la entrada con adolescentes desfallecidos por el hambre y el consumo de alcohol, y otras sustancias, también había esquirlas de los ventanales destrozados y cascotes en toda la plaza.

“Lo que nos encontrábamos cada comienzo de jornada era el escenario de una batalla campal, era muy triste ver el vandalismo y el daño que se hacían esos niños y adolescentes, de a poco fuimos invitando a los jóvenes a volver a la escuela, a participar de los talleres y hoy podemos decir que varios han dejado las drogas, se rehabilitaron y sueñan con un futuro como cualquier chico de esa edad”, dijo.

En ese camino, los educadores se involucraron y buscaron las estrategias y demandaron a las instituciones específicas a que tomen parte en casos de abusos y alejen a los adultos violentos de los hogares de los chicos.

Por sus acciones para alejar a los jóvenes de las adicciones y de la violencia y para incluirlos a la escolaridad, la profesora Marisa fue seleccionada entre los diez candidatos al galardón del Misionero del Año.

Sobre este reconocimiento la docente afirmó “tantas años de trabajo silencioso en la educación y en general nunca llega un reconocimiento, es un aliciente para el alma y un aliento para seguir trabajando, pero también tengo que aclarar que este trabajo no lo hago sola hay un grupo inmenso de personas, de profesionales de la educación que están convencidos de que la realidad de los jóvenes de los barrios excluidos puede cambiar y que como docentes podemos aportar a que este cambio tenga lugar”.

Y dio un ejemplo, “cuando empezamos a hablar con los chicos todos querían ir a la fuerza, ser policías, entonces los profesores invitaron a las carreras universitarias a acercarse a la escuela y también llevaron a alumnos a las facultades y a los terciarios, el resultado es que ahora que se reciben del quinto son muchos los chicos que se animan a la univeridad, que aumentaron su autoestima que aprendieron que son importantes y valiosos y tienen oportunidades”.

En octubre pasado la docente denunció el accionar de dealers cerca de la escuela, pidió entonces que las autoridades detengan esta avanzada narco.

Y sobre todo solicitó a toda la comunidad ayuda para contener a los jóvenes víctimas de las adicciones y de la falta de oportunidades.

De la población de jóvenes en vulnerabilidad social y sanitaria, hay casos en los que corre riesgo cierto su integridad, había dicho en un artículo publicado el domingo 16 de octubre.

“Son los chicos que tienen una historia de consumo, que están mal alimentados y tienen una salud frágil; con este puñado de niños hacemos un trabajo de llevarlos a tratamiento, van al psicólogo, al psiquiatra, al Hogar de Día”.

En este punto, la directora pidió el acompañamiento del Estado. “Los docentes solos no podemos sacar a los chicos de la droga sin el apoyo de sus familias, y sin el apoyo de otros organismos no se puede, nuestro trabajo es en red en el barrio y necesitamos más profesionales de la salud mental”.