Cinco cosas que tenés que saber sobre la trombofilia

Domingo 21 de mayo de 2017 | 05:00hs.
La trombofilia es una enfermedad silenciosa que padecen muchas mujeres.

La trombofilia o las trombofilias -hay más de un tipo- son patologías de la sangre que hacen que la misma tenga una tendencia a hacer coágulos (a veces se puede manifestar como trombosis en algunas partes del cuerpo).

En los últimos tiempos, y a raíz del debate sobre la Ley de Trombofilia y de casos públicos que le dieron más entidad a una enfermedad silenciosa y desconocida para gran parte de la sociedad, los especialistas salieron a aclarar dudas al respecto de sus consecuencias para la fertilidad y los embarazos exitosos. Entremujeres consultó con especialistas para despejar dudas sobre este padecimiento que preocupa a tantas mujeres.

1. ¿Qué es la trombofilia?

Las trombofilias (no hay una sola) son un grupo grande de enfermedades que tienen la capacidad de producir coágulos (trombos) espontáneos en la sangre ante una mínima agresión o factor predisponente. Se produce gracias a factores celulares -que están en las plaquetas- y factores plasmáticos - proteínas pro-coagulantes-. Se trata de una enfermedad poco conocida y se calcula que un 20% de la población tiene una trombofilia y no lo sabe. Tanto las várices como las trombofilias son patologías que influyen en la circulación de la sangre. Hay dos tipos de trombofilia: la adquirida y la hereditaria.

Las trombofilias afectan a varones y mujeres pero muchas veces se hacen notar en cuadros clínicos, como es el caso de las embarazadas que hacen abortos espontáneos por esta causa.

2. ¿Cómo puedo saber si tengo trombofilia?

¿Cómo darme cuenta que tengo trombofilia? Es difícil, puesto que es una enfermedad silenciosa que no se detecta sino mediante un examen clínico (de laboratorio). Pero hay señales que pueden darnos una pista: edemas (acumulaciones, hinchazones) en las piernas de forma espontánea, una flebitis (inflamación de las venas por coágulos).

Cuando hay problemas de fertilidad o en los embarazos, este es otro de los síntomas. Cuando se presentan dos o más abortos menores a diez semanas, un aborto mayor a 10 semanas o antecedentes de resultados obstétricos adversos como muerte fetal intrauterina, casos de preclamsia y eclampsia o incluso restricción del crecimiento intrauterino, hay que realizar estudios para descartar trombofilia.

También entran en el grupo de riesgo personas que tienen antecedentes de trombosis, tanto arterial como venosa al igual que aquellas mujeres en cuyas familias ya existen casos de trombofilia hereditaria.

3. ¿Por qué la trombofilia afecta al embarazo?

En importante aclarar que muchos especialistas coinciden en que la trombofilia es una de las causas menos frecuentes de pérdida de embarazo (y por eso en muchas ocasiones se habla de un "sobretratamiento"). Entre las primeras causas están: los desórdenes genéticos (alrededor del 40-50% de los casos), la pérdida de fertilidad por la edad y en otro gran porcentaje de casos no se puede definir la causa.

Pero supongamos que la trombofilia fuera la causa principal -una vez realizado correctamente el diagnóstico-. Las pérdidas de embarazos ocurren porque en la placenta se generan microtrombos que hacen que el bebé se nutra mal. Los coágulos que se forman pueden obstruir los vasos sanguíneos y dificultar la adecuada oxigenación, lo que puede ponerlo en riesgo e incrementar las posibilidades de un aborto espontáneo.

Una vez detectada, no es que no puedan desarrollarse embarazos normales, sino que deben tratarse correctamente con anticoagulantes para gestar un bebé sin problemas.


4. Los dos tipos de trombofilia: adquirida y hereditaria. ¿Cómo se diagnostican?

El diagnóstico de trombofilia adquirida también conocida como Síndrome Antifosfolípido (SAF) se basa en la presencia de un criterio clínico y uno de laboratorio, según el consenso vigente. Dentro de los criterios clínicos se encuentran: la presencia de trombosis venosa o arterial y los antecedentes de muerte fetal en embarazo que nombramos en el punto anterior. Los criterios de laboratorio se basan en la presencia de un resultado positivo medido en dos oportunidades (con diferencia de 12 semanas). Una única determinación positiva en el examen de sangre no hace diagnóstico de trombofilia.

Por otro lado, el diagnóstico de la trombofilia hereditaria se realiza por distintos análisis de sangre, en estos casos si el resultado da positivo una vez se confirma y se indica tratamiento. Hay que tener presente que no es considerado un estudio de rutina debido a su complejidad. Ambos estudios sólo deben ser solicitados por un médico hematólogo luego de analizar los antecedentes del caso.

5. Si quedo embarazada y tengo trombofilia, ¿qué tratamiento debo seguir? ¿Existe una cura?

La medicina en el mundo avanza hacia la personalización del tratamiento y no a protocolizar un único procedimiento para todas. Esto se evalúa en base a un inmenso abanico de estudios a los que se someten las pacientes.

Será necesario evaluar el tipo de marcador o marcadores positivos para riesgo de trombofilia. Si son adquiridas, pueden estar relacionadas con un proceso autoinmune como lo es el síndrome antifosfolipídiico (SAF.) En este caso es importante evaluar el funcionamiento del sistema inmune, ya que en la mayoría de los casos estos autoanticuerpos suelen ser secundarios a una causa inmunológica precedente. Pero también pueden tener una causa metabólica subyacente que debería estudiarse y evaluar si requiere tratamiento o no.

El foco debe estar puesto en un diagnóstico exhaustivo con un equipo de especialistas que trabajen en conjunto-hematólogos, inmunólogos, endocrinólogos y ginecólogos- antes de volver a someter a la paciente a intentos reiterados sin completar la evaluación.

El milagro de la reproducción en este contexto depende de la mirada interdisciplinaria del equipo médico. El éxito del embarazo depende de ello, con excelente taza de bebés sanos nacidos cuando todas las causas han sido tratadas.

Si bien con controles y seguimientos se puede mejorar la calidad de vida de la paciente, según algunos especialistas esta condición no se puede curar. Pero sí se puede controlar teniendo algunos cuidados como: uso de medias elásticas, ingesta de aspirinetas –anticoagulantes-, actividad física para mejorar la circulación, mantener un peso adecuado, etc.