El sorprendente superhumano Guinness capaz de correr 50 Ironmans en 50 días

Lunes 13 de noviembre de 2017 | 02:00hs.
James Lawrence, apodado "Iron Cowboy", es un atleta de 41 años que lleva una vida al límite

Hace doce años, James Lawrence apenas podía correr unos kilómetros sin terminar exhausto. Habiendo incursionado solamente en la lucha libre durante la preparatoria, no tenía experiencia en pruebas de resistencia. De hecho, su primera participación en una carrera afín fue junto a su esposa en un encuentro festivo por el Día de Acción de Gracias.

 

Fue aquel evento, promediando el 2005, el que le despertó una sensación única. A los 28 años había hallado su mayor pasión, la actividad que marcó significativamente su porvenir. Hoy, este hombre casado, padre de cinco hijos y oriundo de Calgary Alberta (Canadá), es reconocido como uno de los más destacados atletas del planeta, como uno de los más -sino el más- resistentes del mundo capaz de superar desafíos supremos.

 


Tras aquella carrera de esparcimiento emprendió una vida dedicada a la actividad física. Y en particular por las pruebas de triatlón. "Me gusta el desafío que imponen. El reto y la lucha", confesó a Triathlon Inspires. Así, comenzó una transición con pruebas de corta distancia. Entrenaba de lunes a viernes y corría casi cada fin de semana.

 

Empezó a competir oficialmente en el verano de 2007. Su primera carrera fue una distancia de 70.3 millas en la prueba de Steelhead, en Benton Harbor (Michigan, EEUU). A partir de allí no paró. Se perfeccionó y puso objetivos de suma exigencia como meta a largo plazo.

 

Ya más avezado a la actividad física, se animó a medir sus condiciones en las pruebas de Ironman. Nacida a fines de la década de los '70, esta disciplina se convirtió con los años en la modalidad más exigente, antigua y prestigiosa de triatlón. Se trata de una competencia deportiva que incluye tres variantes: natación, ciclismo y running. Es considerado uno de los deportes más duros que existen en el panorama competitivo internacional actual. Una contienda a la altura de sus aspiraciones.

 

Se puso en marcha la cosecha de marcas batidas. En 2011 rompió su primer récord mundial: concluyó 22 triatlones Ironman 70.3 (1,9 km de natación, 90 km de ciclismo, y 21,1 km de atletismo). En total fueron 22 carreras en un período de siete meses y medio a través de los Estados Unidos y Canadá. "Fue un viaje relámpago y mucha diversión", dijo. Aunque más allá del esparcimiento hubo otro motivo solidario que lo impulsaba: el proyecto "Tri and Give a Dam", destinado a recaudar dinero para construir presas en África, específicamente, sistemas de retención de agua en Kenia para ayudar a aliviar la sequía y mejorar las condiciones de vida.

 

Por entonces, Lawrence ya era más conocido por el apodo de "Iron Cowboy", que se lo ganó porque se acostumbró a correr las maratones portando un colorido sombrero de vaquero. La costumbre la adoptó para complacer a su familia, que le reclamaba la dificultad para encontrarlo durante las carreras. Así nació una tradición que comenzó a repetir a futuro.

 

En 2012, rompió un nuevo récord mundial: convenció a su entorno familiar para someter su cuerpo a un grado mayor de dificultad y logró el mayor número (30) de competencias completadas en un año. Promedió poco menos de 12 horas de trabajo durante los 30 eventos, compitiendo en 11 países. Selló su gesta en el Libro Guinness de los Récords.

 

Ávido de nuevas aventuras, elevó la vara de competencia. Dejó atrás la distancia sprint y pasó a competir en la distancia completa, que se compone de 3,86 kilómetros de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km de carrera a pie en un tiempo limitado. Por ello, terminar un Ironman supone un esfuerzo físico y psicológico supremo. Hacerlo 50 veces en 50 días, un reto inimaginable, prácticamente imposible. No lo fue para Lawrence.

 

La travesía se inició el 6 de junio de 2015 en Hawái. De ahí entabló un camino por los otros 49 estados. Acompañado de una comitiva encargada de organizar cada carrera, todo el caudal monetario recaudado en esta ocasión fue para la Fundación de Alimentos Jamie Oliver, el famoso chef británico, en medio de una campaña para concienciar sobre la obesidad infantil.

 

Para concretar la hazaña, reveló que fue fundamental la alimentación: comió entre 4 mil 500 y 6 mil 500 calorías diarias. Específicamente, durante las carreras, su ingesta subió a 8 mil 500 cada día, de las que consumía 2 mil calorías entre el nado y la bicicleta (generalmente huevos o papas), y después otras 2 mil en el recorrido en bicicleta (la mayoría de las veces sándwiches mientras pedaleaba).

 

También, valoró el apoyo de los espectadores: "Invitaba a la gente a unirse a mí durante los últimos 5 km de cada maratón. Algunos días lo hacían 10 personas y otros 2,000. Eso me animaba muchísimo", confesó.

 

Contó que el tramo más difícil fue el de entre Arizona y Tennessee. "Me quedé dormido y me caí de la bici en el kilómetro 48. Tuve que terminar el viaje con todo el cuerpo magullado por el impacto contra el asfalto", recordó. En total, promedió 15 horas de actividad y cuatro de sueño. De esa manera hasta el 25 de julio, cuando la épica recorrida llegó a su fin en Utah, llevándolo a la fama.

 

En adelante el objetivo Lawrence se centró más en dar discursos de motivación para llevar un estilo de vida activo. "Quiero que las personas sepan que todo es posible y que no permitan que nadie más dicte lo que creen que es posible. Perseguir sus más altos sueños. No hay límites para la vida", enfatizó.

 

¿Qué le deparará el futuro? "Quién sabe. Yo sé lo que soy y voy a dejar que se desarrollen las aventuras de la vida y continuar sorprendiendo. Espero mantenerme saludable y continuar empujando las barreras de la mente, cuerpo y espíritu. No escribo el guión, yo soy sólo un personaje de la obra".