Desaparición y fuga

Martes 21 de marzo de 2017
La adolescente de 14 años había tomado el colectivo el jueves pasado rumbo a la escuela. Y desde entonces, su madre no volvió a saber de ella. Llevó su desesperación a la comisaría donde radicó una denuncia policial por desaparición de personas. Su angustia encontró el apoyo de la Escuela 57 Andrés Guacurarí de Garupá, a la que concurre la menor. Y, tras cuatro días de búsqueda, finalmente ayer marcharon desde la escuela hasta la Municipalidad y comisaría del barrio pidiendo celeridad en la investigación de la desaparición.
Bastaron pocas horas más para que la chica sea encontrada por una comisión de la División Trata de Personas en una casa de una zona rural de Apóstoles, a cinco kilómetros del casco céntrico (página 23). Estaba en compañía de un joven de 23 años. De la asistencia psicológica posterior, trascendió que la chica habría informado que su madre la había echado de la casa, dando a entender que se fue por sus propios medios.
No es la primera vez que una denuncia por desaparición de una menor de edad tiene un final desconcertante, al menos en apariencia. Las comisarías muchas veces reciben en forma de exposiciones policiales o denuncias conflictos familiares que pueden derivar en delitos.
Esta probabilidad no debe sin embargo llevar a desestimar una denuncia en la que una menor de edad podría estar en peligro. Muchas veces el contexto de urgencias que involucran la vida y la seguridad de las personas y saturan la agenda de las comisarías ,juega en contra de la celeridad de la respuesta policial. Afortunadamente la estudiante fue encontrada sana y salva. Pero podría haber ocurrido lo contrario.

Por María Marta Fierro
Prosecretaria de Redacción
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