Incentivan el cultivo de calabacitas para mates

Sábado 28 de octubre de 2017
La familia Maliska dio consejos sobre el particular cultivo. | Foto: Julio César Vázquez
Las tierras del Alto Uruguay cobijaron numerosas experiencias productivas. Con menor o mayor suerte, la esponja vegetal, las hierbas aromáticas -citronella, especialmente- la uva de mesa y los citrus tentaron suerte por iniciativa de pequeños productores, grupos familiares o cooperativas. Sujetos a los vaivenes de la economía, algunos desaparecieron y pocos sobreviven. Pero la generosidad del suelo da aún para otras pruebas. La innegable identidad turística que se consolida es también otro factor estimulante para diversificar la producción.
En ese marco, desde pocos meses a esta parte, un conocido e inquieto comerciante cerró con varios agricultores del paraje Colonia Chafariz un proyecto asociativo para producir mate-porongo a escala interesante.
Para eso, Wagner Schwantes y Jorge Martinelli anduvieron mucho: detectar productores que lo hicieron antes y abandonaron la especie, gente que busca nuevas variedades de cultivo, y otros que sembraban la planta matera (calabacita) para compradores lejanos que finalmente abandonaron desencantados por la discontinuidad de las compras. Es el típico caso de la familia Maliska de Picada Libertad, en Aristóbulo del Valle.
El Productivo visitó la chacra de los Maliska y recibió una corta clase de siembra de mates-porongos. “Es una planta sencilla, no requiere demasiados cuidados, aunque sea rústica debe cuidarse del frío y principalmente de las heladas. Nosotros mismos lográbamos nuestra propia semilla, y produce mates de variadas formas y tamaños", contó Santiago Maliska.
Y añadió: "Eso nos frustró, porque una vez que da la calabaza hay que encontrar la mecánica para orientar las formas y tamaños a una medida estándar y al carecer de formatos en cantidad, nos retiramos de la producción. El comprador quería  grandes cantidades, del mismo tamaño y formato. Como venía de lejos –Entre Ríos- se cansó de viajar y nosotros de  probar y fracasar”.
Por suerte, los Maliska encontraron otra vía de subsistencia. Ahora la esposa trabaja en una pequeña carpintería en Aristóbulo  donde, en tornos, modela mates de madera tornada. Pero los Maliska no reniegan de su quehacer agrario, todos sus hijos concurren a la EFA San Bonifacio y aplican en la chacra lo que allí aprenden.

Ahora en Chafariz
Colonia Chafariz es una  zona cercana al río Uruguay de gente muy laboriosa, que siembra tabaco, citronella, maíz y otros cultivos anuales. Aquí es donde Jorge y Wagner encontraron colonos con los que hablar de negocios y trabajos distintos. Algunos ya experimentaron el mate porongo aunque en pequeña escala. Habitan suelos apropiados: la enredadera crece silvestre en suelos húmedos que reciben mucho sol, protegidos del viento. Los desafíos más marcados tienen que ver con la sequía y las heladas. Es una planta que resiste los insectos y las plagas.
A los acopiadores les interesa el mate-porongo para industrializarlos a escala comercial como “mate para cebar la infusión”. Existen varias subvariedades y los colonos saben de cuál se trata esa búsqueda. Hay variedades: cisne, maranca, manzana, galleta, su uso hasta puede ser medicinal –según parientes ancianos del lado brasilero- aunque el más tradicional es para recipiente. Los porongos chicos y medianos se utilizarán como mates y los enormes están en estudio. Los desafíos más notorios pasan por el formateo y la secansa.
Supieron que el mate-porongo no es nativo de América, por eso tantos nombres: mate calabaza, bule, porongo, galleta, guaje, calabaza de agua, yeruá, calabaza de peregrino, caiguá, purú, mati.
El nombre botánico des Lagenaria siceraria de la familia de las Curcurbitáceas.
“Nosotros venimos de familia agraria, nuestros padres y abuelos sembraban mate-porongo en pequeña escala para sus usos domésticos. Si nuestros agricultores le encuentran la vuelta, estamos ante una posibilidad muy concreta de producción a escala mayor. El mate no es un vegetal que requiera de agrotóxicos ni nada parecido, es una especie ambiental sana, noble, liviana. Un recurso alternativo posible. El turista pide mates con identidad y valor agregado misionero. En esa dirección estamos trabajando” señaló Jorge. “Además estamos reencontrando con los agricultores una salida económica interesante”, concluyó.