La Bella y la Bestia

Lunes 20 de marzo de 2017
Por esos misterios del arrabal marino mi vecina es una joven bella, alegre (si no se le evoca su temprana viudez) y por lo visto sin muchos prejuicios porque suele venir, sin temerle a los perros, a hurgar mis libros, recortes y cambalaches exóticos desperdigados entre papeles y notas, en lo que ella llama “El camarote de la Bestia”, según me bautizó apropiadamente el resto de la considerada cuadra, incluyendo al rengo de la esquina que me debe la vida. “Y como anda de estreno la nueva película de Disney habrá que ir a verla” dice la vecinita viuda. Supe de algún modo que la cuestión es más vieja de lo que creía. Como este Anuncio habrá sido aquel de 1740 cuando se publicó la primera versión de la francesa Gabrielle Barbot de Villeneuve, o como el de 1757 cuando apareció la versión que más se parece a la que conocemos hoy, de otra autora francesa, Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. ¿Habrá algo anterior? Sí. En el libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, el psicólogo infantil Bruno Bettelheim se retrotrae a Eros y Psique del relato de Apuleyo (siglo II). Hubo además numerosas versiones audiovisuales del cuento: la primera, y una de las más célebres, fue dirigida por Jean Cocteau (1946) al punto que el “Bestia 2017” (Dan Stevens) y el director (Bill Condon) le declararon su admiración; Condon confidenció que la homenajeó en algunos aspectos estéticos. A fines de los 70 se pudo apreciar una versión checa de Juraj Herz más emparentada con el cine de terror; en el 91 Disney la exhibió por primera vez y fue la primera película animada nominada al Oscar; y en 2014 hubo una versión franco-alemana (dirigida por Christophe Gans). Así, en la cuadra se repite el ciclo. Los posadeños la tienen a tiro cruzando el puente: la versión digitalizada en 3D de la Bella y la Bestia de Disney puede verse todos los días en el cine Granados de Encarnación.