Kale, una hortaliza que interesa a investigadores

Sábado 29 de abril de 2017
El kale es una hortaliza de hoja que en los últimos años se instaló en diferentes restaurantes como un producto gourmet. Pese a estar caracterizado como un alimento rico en nutrientes, aún existe un gran desconocimiento sobre su manejo agronómico, y eso dificulta tanto su producción como su difusión masiva. Por esa razón, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) se dedican su estudio.
El kale (o col rizado) proviene del este de Turquía. Durante el primer milenio llegó a Europa, donde se instaló en las diversas culturas, y recién en la década de 1980 se popularizó en el continente americano.
En Estados Unidos, por ejemplo, es tan valorado que posee un día nacional.
En la Argentina, actualmente crece a pasos acelerados. Mes a mes aparece en menúes de restaurantes y en portales y revistas de alimentación y salud, impulsado por estudios que destacan sus propiedades nutricionales. Sucede que es rico en glucosinolatos, vitamina C y A, calcio, betacaroteno y fibra. Además, posee un alto contenido de minerales y elevada capacidad antioxidante, entre otros aspectos.
Sin embargo, ante reiteradas consultas de productores y consumidores, los investigadores de la Fauba encontraron un vacío de información agronómica e iniciaron estudios de rendimiento.
A partir de ese trabajo, lograron determinar aspectos relativos al cultivo que podrían ser tomados en cuenta para su llegada a un público más amplio.

Futuro rizado y masivo
Mediante un análisis de mercado minorista, semilleras y productores, los investigadores observaron detalles que podrían ser tomados en cuenta para ampliar el cultivo: “Pocas semilleras disponen de esta hortaliza de hoja y un número reducido de productores dedican pequeñas superficies al col rizado. Mientras tanto, las ventas minoristas aprovechan la moda y comercializan la hortaliza a precios altos por algunas hojas”.
Durante los ensayos se realizaron numerosas cosechas y, una vez muestreadas, las hortalizas tuvieron un fin solidario. “A través de la ONG Banco de Alimentos, fueron llevadas a un hogar de ancianos del barrio de Flores. Ahí también ofrecimos algunos consejos sobre cómo incorporarlas a comidas de forma sencilla”, comentó Diana Frezza, docente e investigadora de la Cátedra de Horticultura de la Fauba.
“Difundir esta planta y generar pautas de productividad para que se amplíe la oferta puede contribuir a bajar su precio. De esta forma, dejaría de ser un alimento altamente nutritivo para un nicho de mercado pequeño”, resaltó.