¿Escucharon hablar de las camisas que no se manchan ni se arrugan?

Miércoles 10 de mayo de 2017 | 15:00hs.

Se llama Sepiia, es una startup de camisas que ni huelen, ni se manchan y que tampoco se arrugan. Magia dirían algunos, aunque más bien va por el lado de la ciencia.


Vamos a España donde su fundador, Federico Sainz de Robles venía del Instituto Tecnológico Textil (Aitex) de probar nuevos productos, materiales y técnicas en el sector de la moda. De su experiencia personal sabía lo que sabemos todos: una camisa mal doblada en una maleta jamás llega en buenas condiciones. Y si además se es del género torpe, lo más seguro es que se manche en poco tiempo. Problemas del primer mundo que dirían algunos.


Hace un año, con su empresa, luego del primer paso que era testar la necesidad. Comprobar que realmente había una demanda por parte del público y realmente la había, empezaron con dos pequeñas pruebas de no más de 150 unidades cada una, de las que algunas tuvieron que irse a la basura y otras pudieron venderse. Pequeños pedidos que tenían como objetivo testar a escala y en fábrica unas técnicas que sólo habían sido reproducidas a nivel laboratorio.

Para la nueva ronda de pedidos ya había 1.000 en espera. Todo esto ha generado unos ingresos de no más de 11.000 euros en las cuentas de la pequeña empresa textil afincada en Alcoi, que según cuenta su fundador se han ido al 100% a pagar todas las inversiones iniciales.

Con lo puesto y esperando los ingresos de la nueva remesa, su objetivo para los próximos pedidos es implantar el prepago; de esta forma ellos ya generan ingresos con los que pagar a proveedores y poder pasar a la siguiente ronda. A 80 euros por camisa aproximadamente, precio que según ellos está ajustado a los estándares de producción (100% en España); el objetivo era que el total se mantuviese por debajo de los 100 euros y, efectivamente, se ha conseguido. Y sin rondas de financiación porque, de momento, no hay ninguna a la vista.


Lo que la ciencia esconde


Básicamente el éxito de Sepiia radica en la ciencia y tecnología que hay detrás de sus camisas, porque empresas que fabrican este producto en el mundo hay millones, pero así prácticamente ninguna. Y sí, de momento sólo son camisas para hombre porque como comenta Federico en el sitio Hipertextual, "es una de las prendas más universales y el mercado masculino tiene menos variantes que el de la mujer. Pero ahora vamos a empezar con dos camisas de mujer y un polo de hombre que son dos prendas en las que podemos aprovechar los procesos". El tema de los pantalones también se contempla, pero requieren otros materiales y procesos que aún no se han llevado a cabo.


Dentro de su ciencia, la realidad es que no hay nada nuevo ni inventado. Básicamente, los procesos que se han tomado como referencia ya formaban parte de otros textiles, enfocados al sector industrial, pero no se habían adaptado a la ropa de "calle".
Todo parte del material de la camisa: una fibra de poliester, supuestamente intrincada con una forma de trébol por la que, gracias a su forma, puede circular el aire y la humedad con mucha más facilidad. Esto explicaría su capacidad de ser transpirable y la de eliminar el agua, ya sea corporal o con otro origen, con mucha mayor facilidad.


Para el tema del olor se ha recurrido a las partículas de plata. En el momento de la fabricación de la fibra de poliéster con la que se tejerá la tela se añaden partículas de plata que se entremezclan con la propia fibra. Su trabajo es actuar como antibacteriano, lo que ayuda a eliminar el mal olor del sudor corporal; que no el mal olor ambiental. Para eso estarían trabajando en un tratamiento basado en las conocidas como las Zeolitas, un mineral microporoso que tiene la capacidad de absorber malos olores que no tengan origen bacteriano.


Respecto a las manchas, tampoco hay demasiada novedad al respecto. Cada prenda lleva un tratamiento hidrófugo y oleofugo que tienen la capacidad de repeler los líquidos. Pero, ojo, hay que tener cuidado de que los líquidos no estén demasiado calientes. Una mayor temperatura implica una reacción diferente en el tejido, por lo que el efecto termina perdiéndose. Y tampoco funciona con la tinta: su composición le hace tener unas características muy especiales y complejas. En otras palabras, sería el mismo efecto que tendría una pequeña bola de mercurio en una superficie lisa.


El resto ya corre a cuenta del equipo de confección: una costura que evita que se arrugue más de lo conveniente, el estampado y listo.


El problema de todo esto, comenta su creador, es "que hay que aprender a usar la camisa. Los libros de instrucciones han llegado incluso a las propias prendas de ropa. Se han visto unos cuantos videos en los que alguien aparece fregando una mancha de ketchup por toda la camisa. Error. Lo peor que puede hacer es arrastrar la mancha, puesto que si frotamos lo que ocurre es esta se "engancha" a la parte interna de la camisa. Donde, efectivamente, no hay tratamiento antimanchas por aquello de no dejar la humedad corporal dentro de la camisa. Con ponerlo debajo del agua un rato será suficiente.


Como todo en esta vida, Sepiia también tiene fecha de caducidad. Si bien no es a las 12 de la noche como Cenicienta, el efecto mágico de la ciencia termina acabándose. Por un lado, está la cuestión social; más de uno rechazaría ponerse una camisa una segunda vez si esta no se ha lavado previamente a pesar de no necesitarlo. Ni que decir tiene que aguantarla entre 10 y 15 días alternos puede ser demoledor.


Lavándose igual que cualquier prenda, la marca recomienda que al día 15 se meta en la lavadora, aunque si hay algún valiente en la sala animan a intentar aguantar hasta el límite. Por una razón muy simple: cuantos más lavados tenga la camisa, menos durará su efecto. Al menos el antimanchas. El resto está integrado en el propio tejido, mientras que el que evita que se queden las marcas es un tratado posterior, lo que implica que sus propiedades se vayan por el desagüe, literalmente, con el paso del tiempo.


Aguantando 60 ciclos de lavado, las propiedades irá perdiendo efecto. A partir de ahí mejor evitar todo lo que sea potencialmente peligroso para la camisa, como de costumbre.