“Lo largaron en un patiecito de atrás y lo dejaron ahí, tirado”

Miércoles 21 de febrero de 2018
En seis meses, Cáceres iba a recuperar la libertad, pero murió al sufrir quemaduras en la celda de castigo.
“El oficial que tomó la guardia ese día, desde la mañana empezó a buscarle la reacción. Empezó todo por eso. Por el tema del agua caliente, por el cigarrillo y él dijo que iba a tomar medidas, entonces el oficial dijo que haga lo que quiera, que no tenía obligación de hacerle ningún favor de nada y si quería hacer algo, que haga nomás. Empezó a buscar que reaccione y después vino el cierre que tuvo (…) Pero la culpa tuvieron los celadores que al querer apagar el fuego desde afuera empujaron todo para adentro y agarró el colchón y casi todo su cuerpo”. 
El testimonio -al que accedió El Territorio en forma exclusiva- pertenece a uno de los ocho internos de la Unidad Penal I de Loreto que durante el mediodía del 24 de enero fueron testigos directos de la secuencia que concluyó en la muerte del recluso Andrés Cáceres (26), después de agonizar una semana en el hospital Madariaga como consecuencia de las graves quemaduras que sufrió estando en una reducida celda de castigo. 
Su testimonio, como el de los demás detenidos, son considerados clave en la causa porque habrían escuchado y observado todo desde unos 20 metros de donde ocurrió todo. Por eso, los detalles que están en condiciones de aportar son de una crudeza inusual. 
En esa sintonía, el mismo reo recordó que “tardaron (los guardias) de quince a 20 minutos para sacarlo de adentro de la celda y encima cuando le sacaron, lo hicieron a rastros por donde se había iniciado el fuego. Lo llevaron y largaron en un patiecito de atrás y lo dejaron ahí, tirado, mientras a nosotros nos llevaron al salón de imputables desde donde ya no pudimos ver más nada”, concluyó ante las autoridades judiciales encargadas de investigar las circunstancias del episodio.
Todos coinciden en que sucedió alrededor de doce horas después de que Cáceres fuera confinado a ese sitio de castigo, por haber intervenido en una pelea con otros reclusos. 
En ese contexto de encierro estaba cuando, en medio de ese intercambio con el celador, amenazó con prenderse fuego, por lo que -dicen- el uniformado le habría tirado un encendedor instigándolo a que lo hiciera “si era tan macho”. Entonces, Cáceres agarró la frazada, la colocó entre las rejas de la puerta de hierro y prendió fuego, generando la reacción inmediata de los guardias. 
De acuerdo al testimonio de los presos que habrían sido testigos, el oficial apuntado habría querido apagar con un matafuegos desde afuera, pero obtuvo el efecto contrario, es decir, las llamas se expandieron al colchón, lo que generó una combustión mayor que afectó el cuerpo de Cáceres, aunque éste intentó cubrirse.

Por beneficios
Su muerte abrió dos investigaciones paralelas (judicial e interna) en las que están señalados, en principio, seis miembros del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) que habrían tenido distinto grado de participación, pero solamente uno de ellos sería el más complicado por lo que fue pasado a disponibilidad, a diferencia de los demás trasladados a otras dependencias.
Pero aseguran los mismos reclusos que la intervención de éstos no habría terminado con el trágico deceso, sino más bien, en los últimos días habrían intentado varias veces persuadirlos con promesas de beneficios y buen trato para que cuando sean citados nuevamente, cambien sus declaraciones a favor de los penitenciarios. 
“Les dijeron que se fijen en lo que declaran con la promesa de que les iban a dar beneficios y por eso están con miedo, pero dispuestos a contar todo lo que saben”, alertó un detenido. Eso llegó también a oídos de la mamá del fallecido, Gladis Rivas, quien consultada por este matutino pidió a los testigos que no mientan. “Se que están en inferioridad de condiciones pero solamente tienen que ir con la verdad para que mi hijo tenga la justicia que se merece”, sostuvo.
La mujer dijo sentir mucha bronca al confirmar mediante la abogada que defiende sus intereses que su hijo “estuvo más de dos horas tirado en un patiecito de atrás, donde le dejaron hasta que le llevaron al hospital. Estaban esperando que se muera ahí, pero él aguantó para que la verdad se sepa y todo el mundo se entere de cómo le tratan a los presos. Duele saber que no hay ningún guardia detenido siendo que mataron a una persona no a un animal y ahora le presionan para que cambien sus declaraciones”.