Por Carolina Ozuna
Parado frente al mar y con la vista puesta en las olas, un isleño observa como el agua avanza lentamente sobre la superficie de la costa. Cotidianamente, ve como el sinfín va ganando terreno y tapando el pequeño pedazo de tierra, que con el paso del tiempo comienza a desaparecer. La escena es ficticia, pero no se aleja del paisaje de los pobladores de las islas, que en muchos casos terminan siendo refugiados a consecuencia del cambio climático.
Esto lleva a que el territorio geográfico estén en peligro de extinción, tal es el caso de la isla de Tangier (en Estados Unidos), Manjuyod (Filipinas), Paso del Gois y Monte Saint-Michel (Francia), Playa de Las Catedrales (en Lugo, Galicia), Islas Galápagos (Ecuador), Islas de Pascua (Chile). El fenómeno también afecta a pueblos de antigua arquitectura y parques naturales, tales como Venecia (Italia), La Estatua de la Libertad (Estados Unidos), Vanuatu, Marshall o Kiribati y las Maldivas.
Los expertos de National Geographic, a principios de este año, aseguraron que las mediciones de los mareómetros, y recientemente también las de los satélites indican que en los últimos 100 años el nivel medio global del mar subió de 10 a 20 centímetros. Sin embargo, la tasa de aumento anual en los últimos 20 años fue de 3,2 milímetros al año, aproximadamente el doble de lo que creció en los 80 años anteriores.
Explicaron que la quema de combustibles fósiles y otras actividades naturales y humanas emitieron enormes cantidades de gases que atrapan el calor dentro de la atmósfera. Estas emisiones causan el incremento de la temperatura de la tierra y la absorción por parte de los océanos del 80 por ciento de este calor adicional.
El caso de Tangier
La isla de Tangier, en Estados Unidos, se encuentra ubicada frente a las costas de Virginia, que ya está sufriendo la erosión del mar. Desde el 1850 perdió dos tercios de su masa terrestre y podría desaparecer completamente en los próximos 40 años. La isla, que está clasificada en el Registro Nacional de Lugares Históricos, cuenta con una superficie de 2,6 kilómetros cuadrados.
Allí subsisten 450 habitantes, la mayoría de los cuales vive en la isla desde hace varias generaciones. Una de ellas es Carol Pruitt Moore, que procede de una de las viejas familiares de pescadores, según se detalló en un artículo publicado en el diario español El País. "No salvar a Tangier sería una tragedia", dijo a la CNN.
Lo curioso es que son muchos los habitantes de esta pequeña parte del mundo que apoyan al presidente norteamericano Donald Trump cuando dice que el cambio climático no está provocado por el ser humano. En total, obtuvo un 87% de los votos en la isla.
A diferencia de otras islas, Tangier es una colina de arena hundida. Tiene suelo de arcilla orgánica pero es muy suave, por lo que una vez que el agua puede golpearla directamente, lo que hace es básicamente desgarrándola en pedazos.
Independientemente de las opiniones de los residentes sobre el cambio climático, todos coinciden en que se debe de hacer algo para frenar la situación desesperante. El alcalde James Eskridge está presionando para construir una nueva muralla que intente protegerlos.
Rechazo
Para las pequeñas naciones insulares, cuya geografía está a merced de las olas circundantes, el rechazo estadounidense al acuerdo de París sobre el cambio climático podría dejarlas tan frágiles y pasajeras como un castillo de arena.
Algunos científicos ya habían advertido que las altas temperaturas del planeta y la elevación de las mareas podrían dejar bajo agua a algunas naciones insulares en un lapso de menos de 100 años.
Esa probabilidad aumenta, aseveran, si Estados Unidos no cumple con su compromiso de reducir sus emisiones de gases.
El presidente Donald Trump anunció que Washington se saldrá del acuerdo, lo que dejó a los gobiernos insulares reaccionando con una mezcla de desafío, esperanza y resignación. "Si realmente nos esforzamos, podremos salvar a algunas islas pequeñas pero no todas", declaró Hans-Otto Poertner, un científico alemán a cargo de la comisión de impacto climático de Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU.
"Las probabilidades son aún menores si Estados Unidos se retira del acuerdo de París", agregó. Aunque calificó el anuncio de Trump como "profundamente decepcionante", la presidente de las Islas Marshall, Hilda Heine dijo: "No puedo darme por vencida ante mi pueblo, mi país, mi cultura. Es muy importante que sigamos siendo optimistas".
Los mandatarios isleños depositan sus esperanzas en las medidas anticontaminación que puedan tomar China y otras naciones, y estados y ciudades norteamericanas, además de las nuevas tecnologías. Por su parte, el ministro de Ambiente de Palau, Umiich Sengebau, aseveró que no tiene más opción que albergar esperanzas para el futuro. "Ya en estos momentos algunas islas han desaparecido", expresó.
"Por ello, si continuamos con esta tendencia, nuestra misma existencia como islas pequeñas podría acabar", agregó.
Desde el Departamento de Estado norteamericano se adujo que se considera válido el diálogo con todos los países sobre el cambio climático, inclusive con las pequeñas naciones insulares.
El secretario de Estado, Rex Tillerson, después que Trump anunció la salida estadounidense del referido acuerdo, dijo que Estados Unidos redujo sus emisiones de gases "drásticamente" aún antes de la concreción del Pacto de París.
Cuando el acuerdo se estaba negociando en el 2015, las pequeñas naciones insulares pidieron y lograron que se estableciera una meta más estricta, aunque de cumplimiento secundario, para limitar las emisiones de gases. En el adverso escenario actual sólo les resta aguardar las determinaciones de las grandes potencias para saber cuánto se extenderá la vida en los pequeños territorios insulares.
"No se debe únicamente al deshielo"