Honrar la vida a pesar de los pesares

Domingo 2 de noviembre de 2014 | 18:00hs.

Para Marcos Paré (23) sortear desventuras es casi tan natural como respirar. Es el menor de ocho hermanos nacidos en un humilde hogar de Villa Bonita, municipio de Campo Ramón, donde la tarefa se impone como futuro.
Una presunta mala praxis lo dejó paralítico antes de cumplir dos años, señal de un destino que se empecinaba en hacer cuesta arriba su vida. “Yo caminé con nueve meses, pero un año después ya no pude dar un paso más, me cuenta mi mamá. Primero dijeron que fue por una inyección mal aplicada, pero después una junta médica dijo que fue una parálisis. Igual siempre me quedó la duda”, reconoció Marcos.
Pero nunca hizo un culto de la autocompasión y en el deporte encontró un lugar de pertenencia que amplió sus metas y le dio color al horizonte de su vida.

Más allá de no poder caminar, siempre fue sano y de contextura fuerte. Desde pequeño se entreveró en los juegos infantiles y la silla de ruedas nunca fue impedimento para divertirse con amigos.
En la escuela jugaba al vóley y un profesor lo incentivó a practicar atletismo. Así, en 2005 debutó en los Juegos Evita y pronto sorprendió por su enorme evolución y resultados, ya que ese año ganó las instancias local, provincial y nacional en lanzamiento de bala y carrera de 80 metros. 
“El Nacional se hizo en La Rioja y ahí se me acercó un entrenador del equipo argentino, me dijo que yo tenía muchas condiciones y me invitó a entrenar en el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo)”, recordó entusiasmado en la charla con El Territorio.
Desde entonces entrena y compite con el plantel nacional. “En el Cenard convivimos con los atletas convencionales y entrenamos en doble turno. Se crece mucho como atleta y como persona por el contacto con chicos de otros lugares”.
En su casa, las medallas, plaquetas y trofeos colman el humilde ambiente, sin lujos pero cargado de orgullo por el hijo dilecto.

Atletismo y danza clásica
Para más halagos, el viernes Marcos recibió su ansiada silla de ruedas de competición profesional, tantas veces prometida por los funcionarios, pero que en este caso se concretó por intermedio del obereño Rafael Morgestern, coordinador de deportes de la Vicegobernación.
“Es un sueño hecho realidad y parece mentira. Rafa se preocupó y en pocos meses consiguió que me llegue la silla, lo que permitirá que pueda entrenar y competir en mejores condiciones. Fue fabricada a medida en los Estados Unidos y con la mejor tecnología para profesionales”, detalló con orgullo incontenible.
Ni siquiera el papeleo fue sencillo por las conocidas trabas a la importación, pero Marcos ya tiene su silla y la felicidad se le nota en el rostro.
Entre sus objetivos deportivos a corto plazo se destaca la concentración de diciembre en el Cenard, previo a la pretemporada de enero, donde sentará las bases de la preparación para afrontar los torneos y selectivos previos al Panamericano 2015 de Toronto, Canadá.
Por estos meses, en tanto, relegará un poco su otra pasión: la danza clásica adaptada, disciplina que ya lo llevó a recorrer varios escenarios.
“Los lanzadores solemos tener problemas de tendinitis y el médico del seleccionado me dijo que descanse un poco de la danza para recuperar bien el hombro que tengo un poco cargado. Pero me encanta la danza y más adelante voy a seguir”, remarcó.
Entre sus sueños, además de formar una familia, sobresalen las ganas de estudiar la carrera de Educación Física, una cuestión que hasta aquí le fue esquiva. “Me quise anotar en un instituto de Oberá, pero me dijeron que no tienen las instalaciones adaptadas. Igual, no voy a bajar los brazos y más adelante voy a probar en Posadas, porque me gusta mucho Educación Física y creo que puedo aportar mi experiencia con chicos discapacitados”, insistió.
Es que Marcos Paré sabe lo que es pelear contra la discriminación y no rendirse. “Yo me tuve que cambiar dos veces de escuela porque me discriminaban. Por eso pienso que hay que educar a la gente para que no discriminen ni lastimen a quien tiene alguna discapacidad”.


Múltiple campeón

• 2005: Campeón Provincial y Nacional Juegos Evita (La Rioja) en lanzamiento de bala y 80 metros.
• 2006: Campeón Nacional Juegos Evita (Córdoba) en 80 metros, segundo en bala y tercero en posta.
• 2007: Campeón Nacional Juegos Evita (Mar del Plata) en bala y 80 metros.
• 2007: Campeón Nacional de Clubes (Cenard) en bala, 100 y 150 metros.
• 2008: Campeón Nacional de Clubes (Cenard) bala, segundo en 100 y 200 metros.
• 2009: Tres medallas de plata en los Juegos Juveniles Parapanamericanos de Bogotá, Colombia. En 100 y 200 metros llanos y lanzamiento de disco, subcampeón.
• 2012: Campeón Nacional Mayores de Lanzamiento de Disco.
• 2014: Campeón Open Chaco en Lanzamiento de Disco y medalla de plata en 100 metros.


Se recibirá de abogado para ayudar
OBERÁ (corresponsalía). La historia de Miguel Ángel Morales se basa en no dejar que una silla de ruedas lo supere. A los 19 años recibió un disparo que se alojó en la columna vertebral y lo dejó cuadripléjico, pero con la ayuda de los familiares y amigos logró salir adelante.
El diagnóstico que tuvo al recibir el balazo fue una cuadriplejía espástica, que lo llevó a estar 18 meses internado. “Con la fortaleza de mi familia y amigos que no fallaron, eso sirvió para integrarme a la sociedad”, indicó Morales.
“Las armas la carga el diablo y la descarga un estúpido”, repite, pero sin echarle la culpa al responsable.
De servicio en Gendarmería Nacional “estaba un muchacho jugando, se le escapó el tiro y me pegó a mí, allí me pasan a retiro con sólo 19 años”, recordó.
Tras varios años con el proyectil, el avance de la medicina permitió que en 1997 le extrajeran la bala de la columna y comenzara con la rehabilitación.
Para Miguel Ángel, la mirada de la gente pesaba en la espalda y se sentía observado todo el tiempo: “Te molesta, te duele, esas cosas me pasaban”.
Luego de la recuperación estudió a distancia: en 2001 terminó el secundario en el Sipted y luego se inscribió en la Universidad Católica de Salta. Por cuestiones económicas abandonó la carrera de Abogacía. La retomó en 2012 y hoy, con las últimas diez materias regularizadas para rendir, analiza que en 2015 posiblemente se reciba.
“No lo hago por tener un sueldo, me interesa tratar de ayudar”, manifestó Morales.
Trabajó en capillas como catequista y luego pasó a formar parte de la comisión que hasta realizó mensuras de barrios para que los vecinos tengan su propiedad, ayudando desde la silla de ruedas.
En el trayecto, Morales se dio cuenta que necesitaba un “sello habilitante” para defender las causas de la comunidad, como lo viene haciendo con una demanda contra el municipio por una obra mal hecha.


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