Tradición prohibida

Domingo 12 de octubre de 2014 | 21:00hs.
Si bien la riña de gallos está prohibida por ley, en varios puntos de la provincia se siguen criando gallos de riña. Incluso, contrabandean animales del Brasil para mejorar la genética local.
La ley nacional 14.346 prohíbe explícitamente cualquier riña de animales, desde 1954. Pero la práctica persiste y muchos animales terminan ciegos, mutilados o muertos. Del otro lado, los defensores de esta competencia argumentan que los gallos de riña pueden morir si no pelean, ya que “nacieron para eso”, como mencionó un aficionado a este tipo de prácticas en diálogo con este diario.

La tradición en Misiones
Las riñas de gallo llegaron a la Argentina con los inmigrantes. Los galleros se asentaron en la zona Norte del país y son muy populares en Santiago del Estero, Tucumán, Chaco, Corrientes y Misiones.
En la costa del río Uruguay, la tradición llegó con los brasileños, que avanzaron sobre territorio misionero.
“Estos espectáculos arraigaron profundamente en las preferencias de nuestros paisanos, principalmente de la gente rural, tanto como las carreras de caballo, que eran y continúan siendo un verdadero orgullo junto a las habilidades para la equitación de los argentinos de este lado y de los gaúchos del sur brasilero”, solía decir Orlando Marx, un trabajador montaraz que vivió prácticamente toda su vida en el Alto Uruguay y en sus conversaciones solía desmenuzar su rico sentido de observación y dominio de la cultura de las dos orillas.
Y eso, a pesar de no haber sido un escolarizado avanzado, no porque no quisiese sino porque se crió y vivió toda su vida -alrededor de 80 años- en la zona de Biosfera Yabotí, en Puerto Paraíso y El Soberbio.
Para él, la riña de gallos no era un deporte lugareño. “Esas costumbres llegaron a América con los portugueses y españoles, al traer en sus barcos gallos especiales para pelear. Mis abuelos también reconocían que en las islas Azores esta era una costumbre arraigada”, solía recordar.
Observaba Marx que “la riña gustó más que las corridas de toros, tanto que para reglamentar su desarrollo como para resolver los problemas que surgieron en las apuestas que fueron creciendo, se pensaron y redactaron reglamentos específicos. Había leyes pintorescas, porque se basaban más en la buena fe y en el respeto al juez y a la ley”.
Los hombres -porque era tomado como un deporte de varones más que de mujeres- que se dedicaban al entrenamiento o cuidado de los gallos de riña se llaman galleros.
Contó cómo “las riñas se pactaban entre animales de igual peso y eso se verificaba ante el juez, que es la máxima autoridad. Se usaba una romana o balanza de pilón, tomándose al gallo por las patas o pasándole un cordón debajo de las alas”. En cuanto al nombre de los gallos, se prefiere los que mencionaban los colores del animal -bataraz, ceniza, tostado, negro, overo, blanco, etcétera-. Y del lado argentino -según él se agregaban nombres de personajes históricos o legendarios -Quijote, Valiente, Rey de Plumas, entre otros-.

Una riña por dentro
En las colonias de San Vicente, todas las semanas hay riñas de gallos. El Territorio concurrió a una de ellas y pudo observar a galleros, vecinos, funcionarios municipales y empleados judiciales disfrutando de las peleas.
“Acá gusta mucho y hasta los jueces tienen, sólo que a ellos nunca les corren. Es la única diversión que tenemos los que trabajamos toda la semana en las chacra. Y cuando le ganás a unos de sus gallos, seguro que aparece la Gendarmería”, dijo un gallero.
Ellos siempre tienen una toalla en el hombro. El trapo sirve para limpiar las heridas o salvar a su animal de la muerte, ya que si va perdiendo, tirar la toalla significa que la pelea terminó.
Cada riña de gallos va acompañada por truco, asado y fútbol. En cada una de las actividades siempre hay apuestas.
Bien temprano, a las 6, los fiscales o jueces llegan para armar el ring, que está conformado por un poco de aserrín, lonas y fierros. El ring tiene forma de palangana. El propietario de la chacra pone la cantina y se hace cargo de la vigilancia. “Es que de vez en cuando cae la Gendarmería y tenemos que salir corriendo”, relató el gallero mientras esperaba que su animal dé el peso.
A media mañana empieza el pesaje y se anotan las categorías. Hasta 50 gramos de diferencia se mantiene en la categoría, y después de esa diferencia queda a criterio del rival si se realiza o no la pelea.
Los gallos son transportados en caponeras, que son unas maletas donde sólo queda el pico del gallo afuera del bolso.
El precalentamiento se realiza con alguna gallina, a la cual torean, o tirando el gallo hacia arriba para fortalecer las alas.
Una vez pautada la pelea, se toman las apuestas, que van desde los 10 pesos y no tienen tope.
Los gallos son vestidos con espuelas. Para eso, se les corta la garra trasera de la pata y se les coloca la espuela con resina derretida y caliente. Según la zona, se usan espuelas de plástico o de metal. En la costa del Uruguay se usan las de metal, ya que los gallos de Brasil usan esa. Una vez colocada la espuela, se venda la zona y con hilo se asegura que no se caiga.
La riña se da por iniciada cuando los animales se embisten. Si los dos gallos se cansan y no muestran voluntad de pelea, los galleros puede arrimarlos y carearlos hasta tres veces. Si no hay voluntad ni aún así, se da como tabla (empate). Si un gallo cae hasta tres veces, pierde la pelea, pero si cuando cae pica a su adversario y este rehuye, termina ganando la competencia.
Cuando un gallo queda ciego -algo muy habitual según los aficionados-, puede seguir peleando. En ese caso, el gallero le da tres pellizcones en la cabeza y debe atacar a su adversario. El gallo ciego gana la pelea si su adversario rehúsa a pelear.
En caso de que la pelea sea muy sangrienta y el gallero no quiere que su animal muera, puede tirar la toalla y dar por concluido el combate. Si no lo hace, seguirá hasta que uno de los dos muera. Esas son las peleas más ovacionadas por los aficionados, quienes suelen insultar al gallo que rehúsa pelear.


Los números 10.000
pesos se llega a pagar por un gallo de buena genética traído de Brasil para la reproducción.
14.346
Es la ley que prohíbe cualquier tipo de riña animal. Pese a eso, hay provincias donde tienen apoyo gubernamental.
0,50
gramos es la máxima diferencia de peso entre los gallos para realizar una pelea.


“Las autoridades creen que los animales no tienen derechos” Posadas. Las asociaciones protectoras de los derechos de los animales piden que se cumpla la ley nacional y que se deje de maltratar a los animales con las riñas.
“Desde que se sancionó la ley 14.346 en 1954, que prohíbe todo tipo de riñas, ya sea de gallos o de perros, se tuvieron que dejar de realizar estas prácticas, pero lamentablemente en muchas provincias no se cumple y los jueces no se quieren meter”, explicó Martha Gutiérrez, periodista y presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (Adda).
Según Gutiérrez, en Misiones hay una cultura que se debe cambiar. “Está muy arraigado, pero es un resabio de la gente que se quedó en el pasado. Es una mala tradición que tenemos que cambiar porque los animales sufren”, afirmó.
“Lo quisieron prohibir pero los que lo defienden siempre lo atribuyen a mandatos culturales y a tradiciones, algo parecido a decir que la esclavitud humana debiera seguir porque era una tradición”, agregó.
Para Gutiérrez, la Justicia no quiere investigar las riñas de gallos porque hay connivencia de las autoridades.
“Siempre en todos los operativos que realiza Gendarmería hay funcionarios provinciales y municipales involucrados. Esto pasa en Buenos Aires, Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, Tucumán, Misiones, y es moneda corriente que no termine pasando nada y que las causas no avancen”, disparó.
“Los que avalan las riñas en Misiones dicen que hay un fuerte arraigo de todas la poblaciones que se dan sobre la ruta nacional 14 y que la prohibición no tendría asidero, y que por eso no lo prohíben. Hubo muertes de personas, porque las apuestas son realmente fuertes. El hogar de mascotas El Refugio hace denuncias constantes que prácticamente no tienen eficacia, porque hay connivencia por la plata que esto mueve”, aseguró Gutiérrez.
Consultada sobre qué hay que hacer para terminar con las riñas de gallos, la presidente de Adda fue contundente al decir que tiene que “haber una decisión política”.
“Las autoridades creen que los animales no tienen derechos, pero no es así. En 1954 se sancionó la ley con la firma de Perón y desde 1990 venimos pidiendo un aumento de las penas, pero los diputados y senadores no se quieren involucrar”, explicó Gutiérrez.
En los últimos meses, Gendarmería Nacional intensificó los operativos en Misiones, especialmente en San Javier y Oberá, y secuestró gallos de riña y elementos que se utilizan para hacer las peleas.

Por Pablo Lizarraga
interior@elterritorio.com.ar



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