Ida y vuelta

Domingo 5 de abril de 2015 | 21:00hs.
Nahir y Adrián no se conocen personalmente, jamás compartieron un tereré, mate o café. Y quizás nunca tengan esa oportunidad. Pero aún así, hay mucho en común entre ellos. Nahir Vera es posadeña (19) y desde hace siete meses se encuentra en Turquía, reside con una familia que, a su vez, tiene a su hija en Estados Unidos. Adrián Azan es francés (17), dejó su París natal para estudiar en Misiones, donde convive con los padres de Nahir. Esta es sola una de las tantas experiencias del intercambio estudiantil, y en este caso puntual es fomentada por el Rotary Club.
Hay otras instituciones que también promueven este ida y vuelta de jóvenes estudiantes. En Montecarlo, por ejemplo, el Instituto Carlos Culmey (página 6 y 7) cuenta con un destino específico que es Alemania, mientras que por su parte, la organización AFS prevé el intercambio estudiantil con diversos países.
Por su parte, la Universidad Nacional de Misiones (Unam) se perfila como una de las mayores propulsoras de intercambios y movilidad internacional, tanto de estudiantes como de profesores (página 9).
El Territorio buscó historias de alumnos que cursan el nivel secundario y desafiaron la comodidad de sus hogares, el aula, los amigos. Se permitieron una pausa en sus rutinas a cientos de miles de kilómetros de casa, embarcándose en una experiencia inolvidable.
“Ahora entiendo la mayor parte de las cosas. Primero me había puesto a estudiar por mi cuenta, con libros que compré, internet y aplicaciones en el teléfono. Pero después tuve que tomar clases particulares para aclararme las ideas porque me di cuenta que sola no iba a llegar lejos”, cuenta Nahir, tecnología mediante, en diálogo con este diario. Por suerte para ella, en gran parte de los lugares donde se desplaza se habla inglés, que es un idioma más amigable.
Vive en Mersin, una ciudad portuaria del Mar Mediterráneo, ubicada en el sur de Turquía. Tiene aproximadamente un millón de habitantes, de los cuales el 20 por ciento son refugiados sirios. “Si hay algo que me sigue llamando la atención son las mujeres totalmente cubiertas; en mi curso tengo dos compañeras que van así a clases. Son normales, cantan, bailan, pero apenas se les ven los ojos”, comenta.
La joven no disimula lo difícil que fue lidiar con el aburrimiento durante los primeros tres meses. La diferencia de edad con sus compañeros fue uno de los factores influyentes. Es que decidieron ubicarla en un grado menor porque en Turquía los estudiantes que cursan el último año del secundario se dedican a prepararse para el ingreso a la universidad. “Acá están todo el día estudiando, depende del puntaje tienen derecho a elegir la carrera universitaria”, explica Nahir, y con ese comentario marca una brecha.
En Posadas, quinto año es nostalgia que va de la mano de la Estudiantina, viaje de egresados, recepción, serenatas y cuanta actividad extra aúlica amerite la vida social estudiantil.
De hecho, Adrián, que ocupa la habitación que fuera de Nahir y asiste al Bachillerato Humanista, dice sin pena ni culpa: “Mis amigos en Francia están estudiando y yo me siento muy libre acá. Allá hay dos cosas: un examen final del secundario y otro examen para ingresar a la universidad. Durante el último año los alumnos toman muchos cursos, están concentrados en el estudio”.
“Entre las cosas que me encantan está la buena onda de la gente, ver el sol todos los días y la costanera”, responde el joven francés, que tiene como fecha de regreso a su país el 13 de junio. Si hay algo que extraña, además de sus padres, es el pande allá. Y lo más complicado en sus primeros meses de adaptación no fue el idioma, pues maneja el castellano a la perfección, sino la costumbre de dormir la siesta.
Ivana Roth, mamá biológica de Nahir y mamá rotaria de Adrián, aporta su mirada: "Uno se preocupa de los chicos extranjeros que viven en casa, pero no tenés la responsabilidad de educarlos, sino de cuidarlos".
Si bien cuenta las horas para reencontrarse con su hija, no hay nada de que arrepentirse. "El viaje revoluciona, nos ayuda a ejercitar la paciencia además de conocer idiomas", reflexiona.
Cada experiencia es única e irrepetible. Pero ciertas fotografías coinciden en la mayoría de los intercambistas, independientemente del lugar donde estén. Conocer otra parte del mundo, relacionarse con otras culturas y afianzar idiomas supone algo magnífico. El mayor desafío es, no obstante, ponerse a prueba. Poner a prueba la tolerancia, la empatía. Formar el carácter. Crecer.


Diario de viaje Nahir Vera enumeró las cosas que más le llamaron la atención en sus siete meses en Turquía.

La escuela. Se llama Mahmut Arslan Anadolu Lisesi. Además de pizarrón y pizarra, hay una pantalla-computadora inmensa a disposición de maestros y alumnos. Entonces, las clases se hacen más ágiles al momento de hacer presentaciones o de tener recursos a mano, además de que en los recreos se puede escuchar música o mirar películas.
Desafortunadamente en mi institución no hay baño “normal”, sino que hay un hoyito en el piso nomás. Y así suele ser en muchos otros lugares.

Líderes o referentes. Mustafa Kemal Atatürk (primer presidente de la República de Turquía) es el hombre perfecto, no conozco a nadie que esté en desacuerdo o tenga ideas opuestas a las de él, o por lo menos no se animan a decirlo. Hay calles, parques, colegios y nenes chiquitos con su nombre.

Vestimenta. En estas zonas, por la cercanía con Siria, actualmente hay mas musulmanas cubiertas andando por la calle que de costumbre

Amistades. Los intercambistas son mi verdadera segunda familia. Cuando nos conocimos todos en la orientación (que duró una semana), al segundo día ya éramos amigos. Con ellos me puedo refugiar si tengo problemas o me siento mal, y con ellos es cuando me divierto más que nunca.

Por Griselda Acuña
sociedad@elterritorio.com.ar


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