Más respeto, soy tu abuela

Domingo 16 de agosto de 2015 | 21:00hs.
Tienen más de 60, 70 y hasta casi 80 años. No están en los geriátricos ni olvidados. Superaron la barrera de los imposibles y no abandonan esa certeza de seguir imponiendo actitud y sudor. Y con algo determinante que ganaron por haber peleado con la rebeldía del destino durante sus años de “activos”, el haber experimentado casi todo.
En Misiones el universo de los viejos, de los de la tercera edad, abarca a un total de 110 mil personas según los registros del Consejo Provincial del Adulto Mayor, representando casi el 10 por ciento de la población total de la provincia, que desde hace varios años se destaca por tener una creciente cantidad de habitantes jóvenes.
Y la pirámide poblacional, lejos de los números, se visualiza con mayor facilidad en donde los problemas se presentan a diario y los actores se entrelazan para resolverlos: en los barrios más pobres, en los asentamientos irregulares. Los dirigentes barriales lo enfatizan cada vez que es necesario: “Acá hay muchos niños y muchos abuelos”.
Desde el 2010 en adelante, los relevamientos de estas realidades se van registrando por distintas áreas y, por ejemplo, se estima que en Posadas hay entre 72 y 75 denominadas villas, y en cada uno de esos asentamientos viven cerca de 200 familias, con un promedio de cinco personas por vivienda. La mayoría son mujeres solas con varios hijos.
Ese quiebre familiar y social parece haber acrecentado la figura de las mujeres mayores, fortaleciendo en particular a las abuelas en la función clave para la armonía y la convivencia. En el barrio Itá Vera, donde el proceso de urbanización continúa pero siempre con los dramas que se fueron ramificando como una obligación de estos tiempos, las mujeres se fueron uniendo y son parte de un colectivo de madres y abuelas que se animan a enfrentar incluso a los adictos a las drogas y a quienes las venden en el barrio.
Las abuelas conforman además la herramienta más buscada en esos puntos de las ciudades, la del esfuerzo y la sapiencia de saber qué hacer cuando hay que lograr resultados con casi nada.
“No tenemos miedo, estamos más allá del dolor que paraliza, porque todos los días vemos cómo se destruyen nuestros jóvenes sin trabajo por los vicios. Y así también las criaturas crecen en un ambiente que no es adecuado”, enfatizó Francisca Benítez, la presidenta de la comisión barrial.
En los barrios del Sur de la ciudad capital, que van tomando finalmente su perfil propio gracias a la continua urbanización, uno de los dirigentes sociales activos en la rama social y deportiva, Daniel Montejano, destacó sin rodeos la figura de las abuelas en esos barrios, en los que lo más necesario es una mano que ayude a los más jóvenes que se están entre el alejamiento de la educación y la falta de trabajo.
En el barrio Santa Clara, del paraje San Isidro, una de las abuelas referentes tiene como nombre Santa. Santa Silva, de 70 años. Santa es prácticamente la autoridad de la gran familia que disfruta, ya que atrás de su casa en donde vive desde hace 30 años, vive uno de sus seis hijos, y en los terrenos de alrededor están los otros descendientes con sus respectivos hijos. Por lo que en su casa, alrededor de ella, están todos todo el tiempo. “Criar a los chicos era más fácil antes que ahora”, aseguró Santa a El Territorio, y simplemente explicó que “los de ahora no le hacen caso a los padres, a mí sí, seguro que me respetan, pero es verdad, hasta no quieren comer lo que siempre comimos”.
Santa dice que goza de una excelente salud a su edad porque come bien, vive en un lugar tranquilo y siempre estuvo ocupada. “Nunca me van a ver sentada”, aseguró.

La alegría y el coraje
“Una cuestión es cuidar, mimar, y jugar con los nietos, en tiempo y formas acordadas, y otra es hacerse cargo del cuidado del niño por carencias que parecieran no tener otras formas de suplencia”, asegura sin dudar la licenciada misionera Julia Norma Catalano, especialista en gerontología, que se mostró interesada en poder compartir su visión sobre las abuelas coraje como parte de este informe.
Para Catalano, “el tema no es la abuelidad sino las formas por las que transita esta función. La primera manera constituye una de las mayores alegrías y disfrute de esta etapa vital. La segunda se convierte en abuelo/a coraje con la obligación de dedicarse a los nietos, ya que sus hijos no pueden hacerlo, sin poder elegir los tiempos de encuentro, situación que predispone a la depresión, riesgo y deterioro físico”.
Según la licenciada, “el síndrome de ‘abuela esclava' es una enfermedad que puede ser grave y que afecta a mujeres abuelas con responsabilidades de ama de casa, que durante muchos años se sintieron satisfechas con el desempeño de su rol de abuelas y que en cierto momento, a causa de la interacción de diversos factores, ese mismo rol deviene en patológico”.

Las abuelas y la ciencia
El interés científico por el papel de las abuelas está asociado al estudio de los factores de longevidad de del ser humano. Los estudios realizados se concentran especialmente en el interés por saber más sobre la larga vida de la mujer después de la época reproductiva, a la que se busca una explicación evolutiva.
Se detalla que después de la menopausia, la vida de la mujer puede prolongarse más de 20 años en un estado saludable, lo que constituye uno de los rasgos fisiológicos más sorprendentes de la mujer. Aunque la humana no es la única especie que desarrolla una larga vida después de la etapa reproductiva, sí es la que tiene la tasa más elevada de longevidad.
La prolongación de la vida de la mujer después de la menopausia ha dado origen a la conocida como “hipótesis abuela”, según la cual este fenómeno ha sido desarrollado por la naturaleza para potenciar la vida de los niños pequeños en el seno de las familias.
Esta hipótesis supone que la atención de las abuelas a los nietos constituye otra forma de reproducción, además de la biológica, ya que, aunque privada de la capacidad de alumbramiento, una abuela puede sin embargo criar a un niño con dificultades en el seno familiar.
De esa forma, se explica, las mujeres pueden obtener beneficios sobre su salud al contribuir a la supervivencia de la especie a través del cuidado de los nietos.
Y en la dinámica social actual, con la incorporación de la mujer al mercado laboral desde hace décadas, las dificultades de conciliación familiar y social determinaron la recuperación del papel de la abuela como soporte de las familias, mediante el cuidado de los que recién empiezan a mamar la vida.

Las abuelas jóvenes
Otro fenómeno que se presenta en la provincia es el de las abuelas jóvenes, casi siempre de la mano de situaciones no felices. En Oberá, dos historias que se entrecruzan con escenarios policiales tienen como protagonistas a dos abuelas de 50 años, como ejemplos duros y reales de que las abuelas, ahora, no necesariamente tienen que ser de la tercera edad (ver "Carmen evitó..." y "Pide ayuda..."). Distintas situaciones fuera de control dan lugar a la nuevas abuelas que se vieron forzadas a seguir con el rol de madre y como si fuera poco, también de jefes de hogar y como reemplazantes fuertes ante la ausencia del varón.


10,2% de las personas tiene más de 65 años. Esa es la proporción en todo el país. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es del 16,4%

5 provincias con personas de más de 100 años. Misiones es uno de los distritos donde se destaca la cantidad de personas con esa edad.


Cambios en la pirámide poblacional La pirámide poblacional del censo 2010 muestra la profundización del estrechamiento de la base, es decir de las edades de 0 a 4 años, y el ensanchamiento en la cúspide de la pirámide (más de 65 años). En los adultos mayores es marcada la presencia de mujeres, producto de la sobremortalidad femenina. La proporción de adultos de más de 65 años ya supera el 10,2% a nivel total país, siendo la Capital la que concentra más personas mayores, con un 16,4%, informó el Indec en base a los datos del Censo.
En los últimos 10 años, la Argentina no alcanza la tasa de reposición poblacional de 2,1 anual (coeficiente que se estima como mínimo para que una sociedad reemplace sus defunciones con nacimientos) de modo que -sin crecer- siempre exista la misma cantidad de población.
Un dato positivo es que la cantidad de gente mayor o pasiva que debe ser mantenida por los activos bajó. Este indicador, de acuerdo al último censo, se ubica en el 54%, cuando antes superaba el 60%, ya que el mayor incremento poblacional se dio en la franja de entre 15 y 64 años.


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