El mundo de los panteones y tumbas

Lunes 16 de febrero de 2015 | 00:00hs.

Los certificados de defunción, las causas de la muerte, las firmas, los acuerdos, los valores y los permisos de alquiler, serán siempre parte del proceso que afrontarán los seres humanos una vez que sus seres queridos mueren. Eso ocurre decenas de veces todos los días y así se encadenan de manera sistemática los siguientes pasos en la relación entre los que lloran y los que permanecerán inmóviles hasta convertirse solamente en huesos o en cenizas. A formar parte de una larga hilera de tumbas o de pequeños recipientes encerrados en huecos en una pared como si fueran casilleros privados para el personal de una empresa o estantes para paquetes y sobres.
Los cementerios están cambiando y seguirán cambiando por el simple hecho de que ya no hay más espacios de sobra. Y si todavía los hay, ya se empieza a plantearse la necesidad de usarlos de la manera más sobria y justa posible. Cruces, lápidas, grandes construcciones, panteones, flores y demás objetos para realzar la figura de los que descansan en paz, serán pronto parte sólo de los viejos cementerios, que darán lugar a los denominados parquizados, donde una simple placa con el nombre del fallecido será lo único que ocupará espacio sobre la superficie.
En Posadas, el cementerio municipal La Piedad, desde hace al menos dos décadas está saturado. “No hay más tierra virgen”, aseguró sin vueltas el administrador municipal Raúl Ferreira, a cargo de la dirección de la chacra 60 de la capital misionera. “En este cementerio en poco tiempo no se harán más entierros, quedará como un lugar histórico, como un museo”, dijo Raúl, que además detalló que si bien se debe crear uno nuevo en la ciudad, “aún no se decidió en dónde ni cómo”.

Por lo pronto, las autoridades se ocupan permanentemente de que el cementerio siga siendo funcional a las necesidades de una sociedad con más de 300 mil habitantes de la capital misionera.
La Piedad tiene 16 hectáreas y según se aseguró, el trabajo para mantener corto el pasto y la limpieza del total del predio les lleva a los empleados más de dos semanas. Y cada vez que terminan el proceso, es necesario volver a empezar inmediatamente, y así una y otra vez.
De acuerdo a las cifras del camposanto más grande de la provincia, por mes se realizan alrededor de 150 entierros. Las nuevas medidas son, desde no hace mucho tiempo, que las sepulturas en tierra sólo estén cinco años, se cumpla con las tasas o no. Tras ese período, los restos de la sepultura, siempre con el correspondiente aviso a los familiares, pasarán a un nicho-urna de madera y que estará dentro de pequeños espacios en las paredes. “Ya se construyeron 400 nichos grandes y 300 nichos- urnas”, se detalló.
En las planificaciones sobre qué hacer con los cuerpos y ganar en practicidad, en el cementerio municipal también se decidió años atrás la construcción de un crematorio propio. Pero tal como ocurrió con los proyectos privados que a punto estuvieron de concretarse en Garupá y Candelaria,  también quedó en la nada y tanto es así que ahora, en el espacio donde se proyectó en un plano general la construcción del crematorio, se está concretando el entierro de los cuerpos de la forma en que en un futuro no muy lejano se hará siempre: con una placa a ras de la tierra, sin cruces ni lápidas. Pero todavía la gente sigue fiel a la costumbre de llevar cruces y rodear a las tumbas con flores y otros objetos.

Las 38 mil y las 4
En el cementerio La Piedad hay 38 mil cuerpos o restos de personas, y se siguen sumando diariamente. Cada tumba tiene su propia historia, naturalmente, pero entre esos casi 40 mil nombres que se fueron sumando a lo largo de los casi 150 años de existencia del actual camposanto posadeño, se destacan cuatro tumbas: las de Manuel Antonio Ramírez, el doctor Ramón Madariaga, Juan Barthe y la docente Clotilde Mercedes González de Fernández.
El poeta y periodista Manuel Antonio Ramírez nació en Buenos Aires el 1º de noviembre de 1911, se radicó en Posadas y murió trágicamente el 22 de noviembre de 1946. Ramírez fue colaborador del diario El Territorio cuando lo dirigía su propio fundador, Sesostris Olmedo, y también escribió en El Imparcial, al mando de Marcos Castillo. Ramírez se destacó por sus escritos, en los que abordó siempre lo más destacado de Misiones, es decir, la selva, los ríos, los aborígenes, los colonos y todo lo que enamora a la mayoría de los que eligen quedarse a vivir en la tierra colorada. Su trascendencia llevó a que las autoridades decidieran poner su nombre al anfiteatro que ahora luce en la costanera y que se construyó para la realización del Campeonato Argentino de Básquetbol, en 1962. Y desde 1963, se lleva a cabo allí el Festival de la Música del Litoral.
En la tumba de Manuel Antonio Ramírez se lee una de sus frases: “Y seré una canción en el son transparente del silencio”.
Ramón Madariaga nació en España en 1815, donde se recibió de doctor, y entre 1887 y 1889 llegó a Posadas. Dedicó su vida a la solidaridad y murió a los 96 años. El hospital central de la provincia lleva su nombre y pocos son los que saben que se trató de un benefactor hasta lo increíble y que, al morir, en su poder no tenía más que unas monedas, y casi nada de mobiliario en su casa de San Martín y Junín. La historia relata que su cuerpo fue velado en su consultorio de la calle Bolívar y su féretro llevado a pie hasta el cementerio, con todo el pueblo que lo lloraba.
En su tumba, lo rememoran plaquetas de la Logia Roque Pérez y del Club de Leones de Posadas.
Juan Barthe es el hermano de Domingo, a quien se le atribuye haber sido el propietario del Palace Hotel, luego denominado Savoy Hotel, que en la actualidad luce  en su peor momento, estancado en la pelea por la expropiación que dispuso el Gobierno provincial. Juan Barthe era francés y residió en Posadas, donde previsoramente había firmado su testamento ológrafo el 1ºo de octubre de 1920.
En el imponente mausoleo del cementerio La Piedad, abandonado y con su portal de hierro entreabierto, también perdura la placa en homenaje póstumo a Elisa Labat de Barthe, la esposa de Juan, por parte de la Asociación de Beneficiencia de Posadas, por haber sido presidenta de esa institución. Data del año 1936.
Clotilde Mercedes González de Fernández nació el 24 de septiembre de 1880 en Santo Tomé, Corrientes y murió el 28 de febrero de 1935 en Posadas. Fue la fundadora de la Escuela Normal Mixta Estados Unidos del Brasil y del Colegio Nacional e impulsora de las escuelas secundarias en Posadas, gestiones que llevó a cabo en los primeros años de 1900. También fue la creadora del primer instituto musical de la ciudad, en 1918.
Desde la administración de La Piedad se aseguró que estas cuatro tumbas o panteones están dentro de un ambicioso plan de remozamiento y recuperación, teniendo en cuenta un futuro no muy lejano,  cuando finalmente el predio se convierta en un paseo-museo al cual poder visitar para conocer así la historia de la ciudad observando las construcciones hechas para honrar a los muertos.


Cremaciones  y cinerarios
En la ciudad de Buenos Aires crece el porcentaje de cremaciones y de iglesias católicas que construyen cinerarios en sus dependencias para recibir las cenizas de los difuntos.
En los últimos cinco años se construyeron cerca de 20 nuevos cinerarios comunitarios en parroquias e iglesias porteñas para que los familiares depositen allí los restos de sus seres queridos, luego de la cremación. Y según pudo averiguar El Territorio, la comunidad  aprovechó estos nuevos espacios, que son cada vez más requeridos por los vecinos porteños.
La Iglesia católica permite  la cremación pero no el esparcir de las cenizas,  y por eso creció el número de cinerarios en las iglesias junto al aumento de las cremaciones. 
Según los registros del cementerio de la Chacarita, hace 20 años se cremaba el 20% de los fallecidos. Ahora optan por este paso el 60% de las familias de los muertos.

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