No temerás

Domingo 19 de abril de 2015 | 21:00hs.
“Me hiperventilaba, me transpiraban las manos, me ahogaba, pensaba todo el tiempo que me moría. Lo peor es la discriminación social que sufrís, porque llega un punto que ni tu familia ni tus amigos te creen. La enfermedad tiene un costo social importante”. La frase le corresponde a Verónica Olmedo (40), quien padeció fobia a viajar durante 17 años y hoy, ya recuperada de ese trastorno, puede hablar de esa mochila pesada que la alejó de sus amigos e incluso le ocasionó la pérdida de su trabajo.
Verónica no es un caso aislado. Como ella existen otros cientos que sufren algún tipo de fobia, mal que parece exclusivo de la contemporaneidad. El Territorio consultó a varios especialistas, con el fin de echar luz sobre uno de los principales motivos de consulta en el área de la salud mental, tanto en el sector público como en el privado.
“La fobia es un tipo de trastorno de ansiedad, según el Manual de los Trastornos Psiquiátricos DSM IV: lo define como un temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situaciones específicas”, explica la psicóloga Rosana Aranchuk, en diálogo con este medio.
Por su parte, Pamela Wimer agrega: “Hablamos de situaciones, lugares, objetos (entre otras cosas), que la persona evita, o bien lo intenta afrontar con grandes dificultades, ya que son fuente de terror e incomodidad psíquica. A su vez, este mecanismo de ‘evitación’ suele generar repercusiones en la vida cotidiana del paciente; en este mecanismo, muchas veces se ven perjudicadas situaciones ‘normales o cotidianas’, ya sea a nivel afectivo, interpersonal, intrapersonal, social, laboral, entre otros”.
Miedo, angustia, desesperación, son algunas de las sensaciones que experimenta la persona afectada.
La enfermedad tiene un abanico de tipos, según el objeto que desencadene ese malestar, el cual se presenta como irracional para aquellos que no lo padecen.
La lista es larga, pero es posible mencionar algunas, como la claustrofobia (temor a los espacios cerrados), una de las más comunes, mientras que entre las más raras están la emetofobia (temor a vomitar) y la aigmofobia (temor a los objetos puntiagudos).
“Las fobias sexuales representan un capítulo aparte, tal vez no tan prolijamente estudiadas, y en lo cotidiano solapado con la cuestión de gustos y tabúes, encontramos una amplia gama de ellas en los consultorios psicológicos”, añade Pamela Wimer, psicóloga especializada en sexología.

No es lo mismo
Conviene establecer aquí las similitudes y diferencias con los ataques de pánico.
“La relación entre ambos consiste en que los dos entran dentro de la categoría de trastornos de ansiedad; presentan los mismos síntomas físicos (sudoración, palpitaciones, taquicardia). Ahora, en las fobias, el paciente identifica el evento o el objeto al cual teme, es consciente sobre esto. En cambio, en el ataque de pánico, el miedo que sucumbe al paciente, más allá de ser irracional, no se lo puede identificar”, argumenta Aranchuk.
Para tener una idea de cuán vigente es el tema en cuestión, se consultó a la Dirección de Salud Mental, dependiente del Ministerio de Salud Pública de la provincia que funciona desde 2011.
Desde el área, señalaron que hay un aumento en las guardias de las consultas de pacientes con trastornos de ansiedad, como fobias, trastornos obsesivos compulsivos (TOC) y ataques de pánico, los cuales están relacionados con distintos factores psicosociales, tales como la falta de estabilidad laboral, problemas familiares, alcoholismo, o expectativas impuestas por la sociedad que “no son alcanzadas y que generan un desencadenante emocional que genera algún trastorno de ansiedad”.

Diferencia entre fobia y miedo
Wimer se remite a los textos de Psicología para aclarar este punto: “La bibliografía es bien clara para diferenciar una situación que es temida a un cuadro clínico de fobia constituido, nos explica que el temor es desproporcionadamente mayor a lo que el común de la gente puede sentir ante la misma situación; que la fobia no puede ser lógicamente explicada ni razonada; la situación excede al control voluntario de la persona (no es cuestión de ‘animarse’) y, por último, la fobia conduce a la evitación de la situación temida”.
¿Existen personas más propensas que otras a ser fóbicas? “Existen numerosos estudios que intentan definir a la ‘personalidad fóbica’, los cuales mencionan rasgos de personalidad o situaciones familiares y/o sociales que harían pensar caracterizan a dicha personalidad. Resulta sumamente complejo recurrir a dichas generalidades para explicar los temores irracionales, por ende, yo citaría sólo dos cuestiones que me parecen clave: el constante estado de alerta y la actitud de huída”, opina Wimer.

Tratamiento
“A la hora de tratar las fobias, existe un sinnúmero de procedimientos clínicos. Pero hay que tener en cuenta que la intervención terapéutica va a depender del caso clínico y del paciente. En primer lugar, hay que tener un diagnóstico certero a fin de reducir a la sintomatología que causa tanto malestar y hasta tiende a incapacitar; para luego atender los factores que causan este trastorno. Los tratamientos que han demostrado mayor eficacia son aquellos que se basan en técnicas de modificación de la conducta, conjugados, en algunos casos, con tratamientos psicofarmacológicos (al inicio del tratamiento, justamente para reducir los síntomas y signos de la fobia)”, sostiene Aranchuk.
La especialista agrega sobre el particular: “Otro tipo de intervención que se utiliza es el de la sensibilización sistemática, el cual tiene como objetivo principal recurrir a la imaginación del paciente, que va proyectando en la mente el estímulo temido, siempre y cuando la persona esté tranquila y no con montos de ansiedad manifiesta; a partir de aquí, el paciente, al imaginar, puede comenzar a tener el control de la situación e imaginar situaciones futuras y cómo proceder. Es importante que, más allá de las técnicas que se utilicen, no se deje de aplicar la psicoterapia, recurso clínico de suma importancia para conocer cuáles son los factores psicológicos o emocionales que dan lugar a la fobia. El vínculo que se genera con el terapeuta es significativo, ya que con el paciente se plantean objetivos a concretar y, una vez logrados, se refuerza con la motivación, lo cual hace que el tratamiento psicoterapéutico sea continuo”.


Tipología del miedo excesivo Las más comunes:
• Claustrofobia (fobia a los espacios cerrados)

• Agarofobias (fobia a los epacios abiertos o multitudes)

• Fobia a los ascensores

• Zoofobias (temores irracionales asociados a animales o insectos) y fobia a los viajes en avión, colectivos o autos.

Las más raras:
• Emetofobia (temor a vomitar)

• Aigmofobia (temor a los objetos puntiagudos)

• Lisofobia (temor a la rabia)

• Dromofobia (temor a cruzar calles)

• Ablutofobia (se define como una emoción persistente, anormal e injustificada de miedo frente la situación de a lavarse, bañarse o limpiarse)

• Dendrofobia (miedo a los árboles y a todo lo que los representa, o sea, a raíces, hojas, ramas, etcétera)


Fobias “juveniles o modernas” • Momofobia: Miedo irracional a separarse del celular

• Anuptafobia: Miedo a quedarse soltero

• Cacofobia: Miedo irracional a las personas feas

• Decidofobia: Miedo a las decisiones

• Gerascofobia: Miedo a envejecer

• Ergofobia: Miedo exagerado al trabajo

• Dismorfofobia: Preocupación excesiva hacia la apariencia física

• Gamofobia: Miedo desenfrenado al matrimonio

Por Griselda Acuña
sociedad@elterritorio.com.ar


:: Notas relacionadas
“Sólo el que pasó por esto sabe lo que se padece”
Más consultas por trastornos de ansiedad en la provincia
“Se proyecta hacia afuera el miedo, pero proviene del inconsciente”
Niña sufrió la fobia específica y se resistía ir a la escuela
En Montecarlo, unos 30 pacientes en Salud Mental
“Tener TOC es vivir a mil, tu mente te maneja y no te das cuenta”