Condenados por el prejuicio

Domingo 23 de noviembre de 2014 | 21:00hs.

Miró la libertad detrás de los barrotes de una celda. Fueron los once años más duros de su vida y en silencio nunca dejó de maldecir ese instante en que, enceguecido de ira, atravesó con un cuchillo la garganta del viejo.
La cárcel es el correcto castigo para un hombre que mata, un asesino, pero él consideraba injusto que el segundo que duro su mala decisión le haya privado de disfrutar tanto tiempo de su familia, del trabajo, de las comodidades del hogar y los amigos.
Su vida se detuvo más de una década y pensó que afuera todo seguiría igual, que el tiempo tampoco había pasado. Esa esperanza le dio coraje para cruzar nuevamente la entrada del penal, esta vez en el sentido inverso, el de la salida. Caminó durante horas entre calles cambiadas y el nuevo caserío colorido le daba vida al barrio. Pensó en sus hijos. Esos dos pequeños a los que dejó llorando cuando la Policía lo llevó a  responder por un crimen.

Por instantes imaginó abrazos, alegría, la comida caliente, una ducha; pero la realidad lo golpeó una vez más. La madre de sus hijos borró el pasado. Rehizo su vida afectiva y hasta se mostraba feliz en los brazos de ese hombre.
Habló con ella y entendió que sólo su vida detuvo la marcha. Que sus hijos eran adolescentes y por la cruel etapa en que obligadamente vivió a causa de ese segundo fatal, a ellos les daba vergüenza ser descendientes del convicto. Y lo evitaron.
El barrio entero estaba enterado que había salido de la cárcel y la gente no disimulaba las miradas acusadoras. Con sus actitudes se encargaron de hacerle saber que nada tenía que hacer en la zona, que para ellos la condena era eterna. Se sintió solo y se fue.
Deambuló sin rumbo, pero con la conciencia tranquila de haber pagado con vida su error e intentó refugiarse en sus amigos, que no se mostraron predispuestos. Visitó a su antiguo empleador con la intención de recuperar su trabajo, pero ni siquiera lo atendió, delegando en otro la respuesta negativa.
Pasó días enteros sin comer, buscando sin éxito una changa, libre de las rejas pero preso del prejuicio de la sociedad, de su propio entorno. Por la cabeza se le cruzó la idea de robar, pero no quería volver a la cárcel y angustiado buscó ayuda en el lugar menos pensado.
Entró en la Comisaría, se presentó como un hombre nuevo y pidió comida, un lugar donde vivir o al menos pasar la noche. Juró que estaba intentando encontrar trabajo, pero no fue suficiente, los agentes sólo se rieron y continuaron inmersos en la televisión.
Se le acabó el mundo. Pagó su culpa pero la comunidad le seguía pasando factura. No tuvo oportunidad de salir adelante y los días siguientes fueron más duros que los once años que estuvo en prisión.
No se recuperó más. El 16 de diciembre se cumplirán seis años de su muerte.
Se ahorcó el día de su cumpleaños. Lo encontró el hijo del hombre que mató, a quien un rato antes alcanzó a pedirle perdón.

Más de 400 condenados
No es ficción, es una historia real. Ocurrió en Eldorado. En ella se resume la vida de cientos de personas condenadas por algún delito que, luego de cumplir su pena, son libres, pero se encuentran afuera con una condena mucho más dura: el prejuicio social.
No pueden reiniciar su vida porque no tienen posibilidades. Buscan e intentan, pero la falta de oportunidades le arrincona al punto que en el rebusque diario, muchos vuelvan otra vez a delinquir. Es decir, reinciden.
Actualmente en Misiones hay 400 presos beneficiados por la Justicia con la libertad condicional, por sus buenas conductas.
Posadas tiene al 27 por ciento de esa cantidad, es el municipio que supera ampliamente al resto de la provincia.
Son 95 los "liberados" posadeños que buscan una oportunidad y la cifra sube si se acopla en la estadística a las dos localidades que conforman el denominado Gran Posadas: Garupá (4%) y Candelaria (2%). En conjunto, son 116 ex convictos.
En Oberá, por ejemplo, la cifra desciende al 9.8 por ciento (34), en Eldorado es del 8.6 (30) y en Puerto Iguazú del 5.2 (18).
En el resto de las localidades decrece, al punto que Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Caraguatay, Colonia Aurora, San Ignacio y Guaraní, son las que menos liberados en busca de reinserción tienen con el 0.5% (2), junto a otros municipios que deben contener a uno solamente.
El detalle indica que de los condenados que gozan de libertad condicional solamente una pequeña franja posee trabajo estable. En Misiones, alrededor del 60% no tiene empleo y de este porcentaje, un 80% sobrevive haciendo changas. Del total un 15% consiguió trabajo en la construcción y menos del 10% en la venta callejera. En todos los casos, son empleos sin estabilidad.
De la cantidad de liberados antes mencionados, el 91% son hombres. El 70% fueron condenados por la Justicia provincial ordinaria. Mientras que el resto corresponde a la Justicia Federal, acusados de narcotráfico, contrabando y trata de personas.
En relación a ello, cabe aclarar que la mayoría de las condenas fueron por homicidio (27%), delito que sobresale a los robos y hurtos, como también al transporte y tenencia de drogas (en ambos casos 22%). Las penas por abuso sexual alcanzan un 16%.
En menor nivel se ubican las penas por causas que tienen que ver con lesiones y tenencia de armas (4%), promoción a la prostitución y trata de personas (3%) y abandono de personas (2%).
Se estima que el año próximo saldrán a la calle alrededor de 80 liberados, con quienes habrá que trabajar para reinsertarlos a la sociedad.

De seguimiento y contención
¿Le darías trabajo a una persona sabiendo que cumplió una condena? La pregunta no es de fácil respuesta y si es positiva, aparece varios segundos después de pensarla y cargada de dudas e inseguridad.
Las pretensiones de muchos empleadores son hasta discriminatorias y afectan también a los liberados, que para empezar a girar en el engranaje de la vida social capitalista debe encastrar primero. ¿Cómo? Fácil: trabajando.
Para disipar todas las dudas, temores e inseguridades, tanto de los ex reclusos como de los potenciales patrones, se creó hace poco más de un mes el Consejo Provincial de Reinserción Social del Liberado, que depende de la Dirección del Patronato de Liberados.
Está integrado por diez organismos del Estado y el único objetivo que persiguen es tenderle una mano a estas personas, para que cuando salgan de prisión se reintegren rápidamente a la comunidad a partir de un empleo digno.
Por otro lado, les ofrecerán seguridad a quienes los contratan, a partir del seguimiento y la supervisión de cada uno de ellos, logrando una buena conducta y el cumplimiento efectivo de las obligaciones que pasan a tener.
“El objetivo es abordar de forma integral esta problemática, ocupándonos del liberado que posee una condena firme, desde al menos un año antes de que salga de prisión y seis meses después de cumplida la pena” explico Matías Sebely, director del Hospital Samic de Leandro N. Alem y coordinador general -ad honorem- del Consejo recientemente creado.
El trabajo estará basado en dos conceptos claves: seguimiento y contención. “El Código Penal establece que las cárceles deberían rehabilitar o reeducar al condenado, pero en muchos casos eso no ocurre y nos vamos a involucrar para que salga apto para reinsertarse”, explicó el coordinador, aclarando que eso ocurre porque “en prisión no tienen percepción del tiempo para adelante.
Viven el día a día pero sujetos al pasado, no pueden proyectarse y para peor, cuando salen de la cárcel su familia está disgregada, los hijos no lo reconocen, la mujer ya rehizo su vida afectiva, las amistades no le dan importancia y encima no tiene trabajo”.
En vez de un problema penal pasa a tener un problema de índole social y en la mayoría de los casos termina reincidiendo porque considera que, en definitiva, la cárcel es el único lugar en el que puede estar.

“No vamos a desentendernos”
¿Cómo funciona? Cuando el detenido empieza a gozar de su libertad condicional, pasa a integrar el Patronato, donde debe presentarse una vez por mes para dar cuenta de que no se fugó y desde ese ámbito lo derivan al Consejo.
Seis meses antes los profesionales trabajan con el futuro liberado, creando su perfil laboral y su aptitud para los empleos que están disponibles. La metodología a implementar desde el año que viene, es que un año antes de salir comience esa evaluación.
Una vez en libertad, uno de los puntos fuertes del abordaje será el seguimiento. “Nos dividimos en grupos y por zonas geográficas, para trabajar con tutores que irán a las casas de los liberados para conocer su entorno y en qué condiciones viven”, describió Sebely.
El seguimiento también se hará en el ámbito laboral del favorecido, porque según el coordinador del Consejo “hay potenciales empleadores que no quieren incorporarlos porque creen que le vamos a dejar al liberado y nos desentenderemos, pero ahí entra en juego el seguimiento y la contención. No lo vamos a dejar, lo seguiremos en todo momento para asegurarnos de que el pacto sea cumplido al pie de la letra”.
La primera zona de reinserción fuerte será Posadas, porque es la ciudad que más cantidad de liberados desocupados tiene. En breve se unirán las otras localidades, porque “queremos que cada uno siga en su ámbito, que no migre”.
El empleo, al menos en la etapa inicial, surgirá a partir de convenios con las comunas, que tienen bajo su órbita a cooperativas de trabajo y empresas tercerizadas. “Los municipios, a través de los servicios tercerizados nos van a dar una mano. Ese primer empleo funcionará como una primera referencia laboral a futuro y si decide un trabajo mejor, tendrá una referencia”, detalló Sebely.
En cuanto a los proyectos a futuro, el Consejo trazó una serie de lineamientos de trabajo que tiene que ver con la creación de programas de reinserción con granjas de liberados en los cuales podrán aprender oficios, además de la creación de una línea telefónica gratuita de apoyo para que los liberados llamen cuando sienten la necesidad de recibir contención.
Para Sebely este tema debe estar en la agenda de debates y considera que “cuanto más gente se involucra es mejor, hay que debatir el tema porque es gente que pagó su culpa y necesita volver a ser funcional de buena manera”.


Nuevo consejo
El Consejo Provincial de Reinserción Social del Liberado, fue creado mediante Decreto 1270/2014 del Poder Ejecutivo Provincial. Matías Sebely fue designado coordinador general. Cuenta con la participación de representantes de los Ministerios de Trabajo y Empleo; Agro y Producción,  Cultura y Educación; Desarrollo Social; Salud Pública; Acción Cooperativa. También de la Policía, Servicio Penitenciario Provincial y el Patronato de Liberados.

Por Cristian Valdez
fojacero@elterritorio.com.ar


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