El esperado iPhone4 finalmente salió a la venta y, como todos los productos de Apple, colmó las expectativas: su diseño es impecable, el sistema táctil no presenta errores, la pantalla y la cámara tienen una definición excelente y el sistema operativo corre con una agilidad increíble. El éxito de semejante “chiche” fue inmediato en el mercado estadounidense, donde apareció el 24 de junio para luego extenderse a otras latitudes. Sin embargo, tres días más tarde, cuando ya se habían vendido 1.700.000 unidades, apareció el problema: tiene graves fallas de recepción de señal. Tanto expertos como usuarios detectaron de inmediato que la reiterada incapacidad para comunicarse -falta de señal, llamadas o bajadas de datos que se cortan, ruidos, interferencias o voces entrecortadas, etc.- se debía al lugar donde había sido colocada la antena, ubicada en este modelo en el borde lateral izquierdo del teléfono.
Concretamente, si el usuario toma el equipo con la mano derecha no tiene problemas de conectividad, pero si en la misma ubicación lo toma con la izquierda aparecen como por arte de magia los inconvenientes mencionados. Hasta aquí no era más que un defecto de hardware, pero un mail de Steve Jobs, el legendario fundador y actual director ejecutivo de Apple, desató la ira y la burla hasta de los más fanáticos defensores de los productos de la manzanita.
Ira de los “zurdos”
Tras indicar que todo depende de cómo de agarre un teléfono para que la antena funcione mejor o peor, Jobs recomiendó a los que compraron su nuevo equipo -por el que pagaron 199 o 299 dólares, dependiendo de la memoria- que eviten “tomarlo por la esquina inferior izquierda”.